Al estimado amigo chinandegano, de Corinto, Marvin Saballos.
Tradicional y principalmente a partir de 1967, año en que se conmemoró el centenario del nacimiento del poeta Rubén Darío, genial gloria y Héroe Nacional sin fusil, que mediante la renovación y modernidad de la lengua logró nuestra identidad hispanoamericana; en Nicaragua y en muchos otros países del habla en español, Argentina, Centroamérica, Chile y España, entre otros, entramos al periodo de inicio de la “Semana especial Dariana” en la que se realizan un ciclo de ceremonias, ponencias y homenajes a su sagrada memoria y en reconocimiento al legado de su obra modernista tanto en lo fabuloso de su poesía como de su obra en prosa, vigente aun, a propósito de sus fechas, de nacimiento (18 de enero 1867) y de su fallecimiento (6 de febrero de 1916).
En nuestro país, siendo el héroe Rubén Darío quien enalteció nuestra nación; los festejos y homenajes, después de cantar a la libertad con gran alegría en septiembre, al lograr el triunfo en la batalla de la Hacienda San Jacinto el 14 de septiembre 1856, y la Independencia del coloniaje español el 15 de septiembre de 1821, dichos homenaje y tributos, son una continuidad culta a la patria misma.
Reconozco que ante la grandeza y aporte que he logrado conocer al leer y estudiar a Darío, soy obsesivo en trasmitir su obra y su legado; mismo que tiene en muchos aspectos y temas un sentido visionario y alentador altamente positivo, hacia el reconocimiento de la intensidad del azul profundo de la naturaleza, de la percepción de la vida y del espíritu soñador que nos alienta más allá del rumor de las ondas y olas, cuyo espectro nos cobijan a todos por igual, sea divulgando sus mejores obras, sus mejores poemas o sus mejores pensamientos de ensueños poemáticos, o de la realidad de su trágica vida sufrida.
Larga fila de brillantes figuras deslumbrantes, como Neruda, Federico García Lorca o Mario Vargas Llosa por solo nombrar a tres de los muchos que han querido sustraer o tener la pluma artística del responsable Darío, que es toda una lampara votiva para con arte azul, escribir la lengua que hablamos.
Como bien lo deseo y dijo nuestro finado Hugo Astacio Cabrera: “Todos debemos sumarnos al concierto nacional para consagrar estos días la memoria de Darío, donde no hacen falta nuevos encomios a Rubén; como se dice en el libro consagrado a su memoria, bastaría agregar tras su nombre la frase lapidaria del cenotafio de Maquiavelo: "Tanto nomini nullum par elogium" (A un nombre tan grande, ningún elogio es suficiente). Realmente basta su nombre. Pero los pueblos deben permanecer fieles al recuerdo de sus grandes hombres, en donde sobresalgan nuestras autoridades culturales con aportes de cátedras y simposios sin más color que el de nuestra bandera, a objeto de no desviar el sentido patrio del Rubén que anheló, al soñar desde el fondo de su corazón para su amada nación: “Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña”.
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