La imagen de los europeos sobre el mundo como lugar seguro y apacible se ha desmoronado en los últimos años. La pandemia supuso un duro golpe. Después vino la invasión de Ucrania, con la amenaza tácita de que Putin no se detendrá a menos que algún obstáculo se lo impida. Todo ello mientras aumenta el número e intensidad de fenómenos climáticos extremos, el último sufrido el mes pasado en Valencia. Coordinado por el expresidente finlandés Sauli Niinisto, la Comisión Europea ha presentado un informe que incide en la necesidad de que la sociedad europea reciba entrenamiento para afrontar episodios de catástrofes y crisis. No sorprende ese tono en un país como Finlandia, fronterizo con Rusia y recién incorporado a la OTAN.
En Alemania, el ministro de Defensa aseguraba recientemente que no basta con un ejército preparado para la guerra; debe estarlo también la población. Incluso en España ha dejado de resultar controvertido el aumento del gasto militar.
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