Según la historia, ella, la del sexo débil, vino al mundo ante la soledad de él que es el sexo fuerte, y mediante el tiempo según la ciencia según la teoría evolucionista, de las ciento noventa y tres especies de simios y monos, él y ella son la única especie de monos desnudos orgullosos de sentirse más y de poseer el mayor pene que los demás simios o monos.
A pesar de él ser fuerte para lograr con habilidad cosas con la fuerza de un gorila, la soledad le hacia sentirse infeliz, por lo que fue necesario crear a ella, que a pesar de ser frágil y delicada, ha venido darle a él, mucha fortaleza con sus finas virtudes, hermosura, y belleza figura aun con su candente caminar femenino, traducida en felicidad y gratos sentimientos de vida plena, que hacen ver lejos, muy lejos el final por estos lados. Ella ha sabido ser con delicadeza radiante, caliente e intensa tan ardorosa como los rayos del sol en una noche serena y placentera de luna llena.
La mujer es fina, débil y delicada, más con su hermosura y sensualidad, que con suma inteligencia fácil a los fuertes domina, al realizar sus cariños con ternura y amor sincero, para satisfacer los de él; anhelo propio de los machos, quienes, en sus fervorosos deseos, no escatiman ofrecer bajar las estrellas del cielo, y buscarla por tierra y por mar con tal de lograr la paz del arco iris al sonido melodioso del silencio apasionante del amor y del placer. Ese dulce placer que agita y acelera los ritmos del corazón, que es el estuche que guarda la joya de la mejor esmeralda roja y brillante, en la sangre que brinda amor y proporciona felicidad.
Nuestro genial Poeta Rubén Darío, a ella, a la mujer especial por sus encantos y hermosura bellos poemas le cantó, que “embriagada de lujuria y cariño, / sintió como caía dentro de su corpiño / el bello Luis de oro del artista Francia”, diciéndole mediante otro canto: “!Carne, celeste carne de la mujer! Arcilla / --dijo Hugo--; ambrosia más bien, ¡oh maravilla! / la vida se soporta; / tan doliente y tan corta, / solamente por eso; / rocé, mordisco o beso / en ese pan divino / para el cual nuestra sangre es nuestro vino. / En ella está la lira / en ella está la rosa, / en ella está la ciencia armónica, / en ella se respira / el perfume vital de toda cosa”.
La mujer podrá ser el sexo débil, pero posee el tesoro del hombre fuerte, que con inteligencia y sensualidad ofrece con tenue sabor muy propio de ella para ser vencedora, magnifica y fiera, al superar su fogosidad violenta de caricias y miel en su loca pasión de lograr todo de el. La mujer es sutil en todo lo que es amor, que conlleve la ilusión del hombre; solo es triste, pero junto a su lady es feliz. ¡Oh, mujer!
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