Para mi amiga, Katia Hernández
Encender el silencio que siembra nuestras vidas, hacer del día una confidencia, firmar el contrato con la noche para que crezca la palabra.
El día se parte en dos, y el silencio que se guarda ilumina la conversación.
En la hoja del camino, escrita y reescrita más de cien veces por un autor desconocido, el cielo se hace voz en la trinchera.
Podemos borrar la línea que parte en dos a la naranja cuántas veces queramos, aunque la gente diga que ya es muy tarde.
Tuya es la manzana, la naranja, la luna...
Vivir es más ajeno que el morir. Lo único que no vemos en esta complacencia es el ojo de la hierba, que se dice sombra.
Mientras sigamos soñando, las manos crecerán en los incendios del nombre.
En esta laguna, la página se voltea sola, los vientos vuelven y dejan ir el señuelo invisible.
Los márgenes aprisionan, el tiempo es un revés: la única moneda.
![Foto para poema melissa nungaray](/images/showid2/7182674?w=1200&zc=4)
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