Como regalo al Día Internacional de la Mujer, el Congreso peruano consignó en la constitución la firma del único dictador del mundo que electrocutó a su esposa y primera dama, además de haber sido el único tirano peruano que esterilizó forzosamente a cientos de miles de sus conciudadanas. Ahora la carta magna peruana vuelve a llevar el sello oficial de quien fuera condenado por gran corrupción y crímenes de lesa humanidad.
Mientras este parlamento persiste en reivindicar al sátrapa (a quien ayudó a liberar nominando al actual Tribunal Constitucional que lo excarceló desacatando a la Corte Interamericana de Derechos Humanos), a Pedro Castillo, presidente constitucional electo, se le sigue encerrando en Barbadillo sin que tenga ninguna condena en contra, aunque se le quiere dar una sentencia que equivaldría a que él muera en la cárcel. Paralelamente, a Betssy Chávez, la antigua primera ministra más joven de la historia nacional (y, posiblemente, continental) se le trasladó a un tribunal en una “perrera” (como alega su abogado) y sigue en Santa Mónica pese a que no tiene condena alguna.
Este Congreso, que veta la participación electoral de todos los tres últimos presidentes constitucionales (Vizcarra, Sagasti y Castillo), además de Antauro Humala y Harvey Colchado, ahora justifica al golpe de abril 1992 que le cerró con tanquetas.
Esta medida aprobada deroga la ley 27600 que fue promulgada tras la vacancia del excitador. Esta fue adoptada por 57 votos a favor, 25 en contra, 19 abstenciones y 29 ausencias. Esto se ha aprobado, a que no se alcanzó a la mayoría absoluta de los 130 congresistas (que implicaba tener 66 votos a favor) y apenas el 40% de los legisladores le avalaron.
Resulta increíble que solo 25 congresistas (menos del 20% de los parlamentarios) haya rechazado ello. Ni Waldemar Cerrón ni ninguno de sus 10 compañeros de la bandada de Perú Libre votó en contra. Dentro de los que apoyaron por la restitución de la firma del exdictador se encuentran toda la ultraderecha (FP, APP, RP y sus disidencias), así como Luna. Podemos y Somos Perú se dividieron, pues Bellido, Juárez y Valer se sumaron a las izquierdas y a algunos centristas para votar en contra. Muchos de quienes no quisieron rechazar la firma de Fujimori llegaron a sus curules gracias a capitalizar el voto en contra de Keiko y prometiendo una nueva Constituyente.
Hoy tenemos una nueva carta magna muy cambiada y aún más fujimorizada.
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