La argentina se moviliza debido a la brutal violación y asesinato de una joven, dice el título del escrito de Robert Mur. El asesinato de Lucía levantó protestas en Buenos Aires y una simbólica protesta contra la violencia contra la mujer. La fiscal María Isabel Sánchezque lleva la investigación del caso calificó el crimen de “agresión sexual inhumana” y lo describe muy brevemente: fue “violada vía vaginal y anal, no solamente con el pene del hombre que lo hizo, sino también utilizando un objeto romo, como puede haber sido un palo”. La sociedad intenta luchar contra la violencia contra las mujeres con movilizaciones de protesta. Las protestas, pero, no sirven para romper la cadena que se alarga de mujeres que mueren de manera violenta en manos de los depredadores sexuales.
Susana Quadrado teniendo en mente el asesinato de Vanessa Ferrer de Xella, País valencià, escribe: “El caso es que hoy todo son cifras que nadie se explica. Hipersexualización en el ambiente, en la adolescencia. Programas de televisión nauseabundos. Entronización de tipos (y arquetipos) indeseables en las redes. La mala educación en algunos hogares. La tolerancia hacia diversas actitudes en el instituto… ¿Qué ocurre? Buscando la respuesta exacta volvemos a Vanessa”. En tanto se busca la respuesta a lo que está pasando, la violencia sexual no cesa de crecer y de producirse en edades más jóvenes. La violencia contra la mujer es una lacra que nos afecta a todos y que tiene suficiente alcance como dice la sicóloga Rosa Porras de “considerarla un problema de salud pública”. No podemos permanecer indiferentes ante el problema al que nos enfrentamos pensando que a nosotros no nos va afectar un caso de agresión sexual.
La María nombre ficticio, madre de una joven de 16 años, maltratada por un chico de 21 años, dice: “Jamás nos habíamos imaginado que esto nos iba a ocurrir a nosotros. Somos una familia de clase media, en la que tanto él como yo creemos que tenemos una relación muy igualitaria, y esto lo transmitimos a nuestra única hija. La educamos en el respeto, en la igualdad de oportunidades, en la independencia…Pero parece que todo esto no le dejó huella. A los 16 años empezó a cambiar. Empezó a salir con un chico de 21 años, pronto dejó de hablarnos. …Hasta que un día entré en el lavabo y le vi unos morados. La maltrataba” (Celeste López.
No podemos evitar que niños y adolescentes se vean sometidos a “grandes impactos agresivos, misóginos, sobresexualidad e imágenes violentas en pornografía, películas, juegos de ordenador y publicidad, seguiremos viendo como los niveles de violencia sexual contra las mujeres seguirán sin disminuir hoy. O peor” (Alison Grundi sicólogo clínico). Josh Brown jugador de rugbi de los Giants acusado de violencia doméstica por Molly su ex, hace unas declaraciones que aportan luz sobre lo que ocurre en el alma de los acosadores sexuales: “Durante la mayor parte de mi vida he sido un mentiroso. He tomado decisiones egoístas para utilizar y abusar mujeres desde los siete años para salir de este deseo. He objetivado a las mujeres y jamás me ha importado el dolor y el sufrimiento que les ocasionaba. Mi capacidad de conectar emocionalmente con otras personas era cero. El nivel de empatía era cero…me convertí en un acosador y perjudiqué a Molly físicamente, emocionalmente y verbalmente. Me veía como si fuese Dios y ella era mi esclava. Almacenaba un aplastante sentimiento de poder porque ponía el dinero por encima de Dios y lo utilizaba como instrumento de poder”. Estas palabras podrán ayudar a entender como Tomás Pardo Caro después de 16 años de cumplir condena por violación e intento de asesinato de Lucía, al salir de permiso vuelva a repetir el hecho con una mujer de 52 años. A pesar de la aparente buena conducta penitenciaria los sentimientos le seguían corroyendo el alma.
El comportamiento de Tomás Pardo Caro nos lleva a las palabras que el apóstol Pablo escribe a los cristianos en Roma. Refiriéndose a aquellos que a pesar que la creación revela el eterno poder de Dios se deciden por el ateísmo, la decisión tiene sus consecuencias morales que se traducen en un comportamiento indigno: ”Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada para hacer cosas que no convienen, estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad, llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, malignidades…no sólo las hacen, sino también se complacen con los que las practican” (Romanos 1: 26-32).
El mismo apóstol escribiendo a los cristianos en Colosas contrasta lo que fueron antes de creer en Cristo con lo que son ahora que ha puesto la fe en Él, diciéndoles: “Haced morir, pues lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos, y avaricia que es idolatría, cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo cuando vivíais en ellas…” (Colosenses 3: 5-15).
Antes de creer en Cristo se podía ser un objetivador de mujeres como lo fue Josh Brown, ahora por la fe en Jesús se va a la mujer como el vaso más débil al que hay que cuidar y proteger.
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