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Etiquetas | Cristianismo originario | Religión

¿Qué significa ser la imagen y semejanza de Dios?

Nuestro cuerpo espiritual está constituido por partículas espirituales
Vida Universal
martes, 7 de febrero de 2017, 00:25 h (CET)
A pesar de que la corriente del cristianismo originario no sopla dentro de las instituciones eclesiásticas, ésta sin embargo jamás se ha agotado. La corriente cristiano-originaria es el Espíritu profético, la vida fluyente de la unidad, del amor y del amor al prójimo. La corriente profética cristiano-originaria parte de la Fuerza primaria, que es la vida imperecedera en el alma de cada ser humano. Si entendemos que Dios es el Padre de todos los hombres y almas, entonces los seres humanos somos hermanos y hermanas unos de otros.

Todos tenemos por lo tanto un Padre, el Padre celestial que visualizó en Su luz eterna primaria nuestro más profundo interior, que es un ser puro, y nos ha creado de acuerdo a Su ley del amor. Su ley sagrada eterna es el origen en el que fue madurando la forma espiritual-divina en formación, el ser espiritual. Los pasos evolutivos espirituales, pasos hacia un ser espiritual en formación, pueden denominarse “la cuna espiritual”. Nuestro más profundo interior, el cuerpo divino en nuestra alma, es ley comprimida del amor y por tanto es heredero del infinito.

Cada ser divino se compone de la estructura espiritual de partículas en la que son activas todas las fuerzas básicas del SER: toda la ley universal. Nuestro cuerpo espiritual es por tanto Espíritu de Su Espíritu, luz de Su luz, amor de Su amor: la imagen y semejanza de nuestro Padre celestial.

Nuestro cuerpo espiritual está constituido por partículas espirituales, el cuerpo físico del ser humano por el contrario se compone de células. Con el engendramiento humano se origina en la mujer una formación celular que madura hasta convertirse en un feto. Es una envoltura de células en la que se va a encarnar un alma. Cuando llega al mundo el hijo humano, el bebé, el alma inherente a él siempre se halla enlazada a predisposiciones iguales o parecidas de los padres, porque ya en el momento del engendramiento es así: los iguales se atraen.

El alma que llega se comunica por tanto con esos aspectos en las almas de los padres. Es el magnetismo de igual vibración de ambos progenitores, que progresivamente se comunica con un cuerpo de células hasta convertirse en el hijo. También sucede que los padres y el hijo tengan que purificar juntos algunas culpas de encarnaciones anteriores, o sea que se hallen interconectados por una misión espiritual para el Reino de Dios.

Aquel que sabe acerca de la reencarnación sabe que ninguna energía se pierde, ni la positiva ni la negativa. Toda persona, por medio de los contenidos de lo que hace o deja de hacer, crea para la próxima encarnación de su alma aquello que se denomina una matriz, que está constituida por las correspondientes grabaciones energéticas formadas en el cosmos material. Ante la nueva encarnación que está a punto de producirse, se forma de modo correspondiente a esta matriz el estado celular, es decir el ejército celular que dará lugar al cuerpo de la persona.

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