El Principado de Asturias, es la comunidad autónoma más envejecida de España, una realidad que exige una inversión prioritaria en sanidad y servicios sociales. Sin embargo, la falta de especialistas en el sistema público de salud ha llevado a una situación crítica, con listas de espera interminables, especialmente en especialidades como oftalmología, dermatología y traumatología. La escasez de profesionales sanitarios no solo afecta la calidad de vida de los asturianos, sino que pone en riesgo el propio sistema sanitario del Principado.
Con una de las tasas de envejecimiento más altas del país, Asturias necesita más recursos médicos que otras regiones. A medida que la población envejece, aumentan los problemas de visión, los trastornos dermatológicos y las enfermedades osteoarticulares, lo que dispara la demanda de consultas en oftalmología, dermatología y traumatología. Sin embargo, la falta de especialistas en estas áreas está provocando listas de espera insostenibles, incluso para una simple consulta.
Los problemas de visión asociados a la edad, como cataratas, glaucoma o degeneración macular, requieren atención rápida para evitar complicaciones graves. Sin embargo, conseguir una cita con un oftalmólogo en la sanidad pública asturiana puede llevar hasta casi un año, lo que obliga a muchos pacientes a acudir a la sanidad privada, si se lo pueden permitir.
Enfermedades de la piel, como el cáncer cutáneo, la psoriasis o los eczemas crónicos necesitan diagnóstico y seguimiento especializado. Pero la falta de dermatólogos provoca retrasos que pueden agravar patologías que, tratadas a tiempo, tendrían una evolución mucho mejor.
Con una población envejecida, los problemas articulares y óseos son cada vez más frecuentes. Sin embargo, la escasez de traumatólogos hace que los tiempos de espera para consultas, pruebas y cirugías sean desesperantes. La falta de médicos especialistas en Asturias no es un problema nuevo, pero sigue sin resolverse. Las razones detrás de esta crisis son por varios motivos:
- Muchos médicos formados en Asturias terminan yéndose a otras comunidades o al extranjero, donde encuentran mejores condiciones laborales y salariales. - No se han implementado políticas eficaces para atraer y retener médicos. - Los hospitales y centros de salud están sobrecargados y faltos de recursos, lo que desmotiva a los profesionales y agrava el problema. - La gestión administrativa lenta y poco eficiente impide agilizar contrataciones y mejorar la distribución de los recursos sanitarios.
No solo la sanidad está colapsada, sino que el acceso a trabajadoras sociales en Asturias también está colapsado. Las listas de espera para recibir atención social son inaceptablemente largas, lo que afecta a personas mayores, dependientes y familias en situación de vulnerabilidad.
En una región con una población envejecida, los servicios sociales deberían ser una prioridad, pero la realidad es que conseguir cita con una trabajadora social puede llevar meses, y si hablamos de resolución de dependencia, más de un año, como mínimo.
El gobierno asturiano, liderado por el PSOE, debería haber tomado medidas urgentes para solucionar esta crisis. Se supone que su política se basa en la protección de los trabajadores y en garantizar el bienestar social, pero la falta de acción demuestra lo contrario. Si Asturias quiere garantizar un sistema sanitario y social digno para sus ciudadanos, es imprescindible una reforma profunda. Se necesita más inversión en sanidad, mejores condiciones para los profesionales médicos y una gestión más eficiente que reduzca las listas de espera. Seguir ignorando este problema solo hará que la situación empeore, perjudicando especialmente a las personas mayores, que son las que más necesitan una atención rápida y eficaz.
Los asturianos merecen una sanidad y unos servicios sociales que funcionen, y el gobierno debe actuar antes de que el colapso sea irreversible.
Todos llegamos a viejos, y necesitaremos ayuda de todo tipo, ya que nos volvemos dependientes, algo que muchos no se dan cuenta de ello, detrás de un sillón todo se plantea en teoría, pero no se resuelve en la práctica. Ya son demasiados años esperando una solución que nunca llega.
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