El nacionalismo subsiste gracias a los mitos, a una simbología y, como no, a la lengua. Todos ellos instrumentos imprescindibles para engrandecer a la bestia que han creado y marcar un hecho diferencial respecto a otros pueblos. Pero para ello hay que manipular el pasado y hacerlo inexistente si es necesario
Andan los nacionalistas catalanes exaltados con la idea de que el rebaño se les agite, ese mismo al que siempre han querido domesticar, y con éxito. Tal vez por ello, debe ser muy difícil de digerir que la rebelión venga de la policía, creada a su imagen y semejanza, como un aprendiz del Doctor Frankenstein pero con barretina.