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La ciudad de Barcelona, capital de la comunidad catalana, no es, ni de lejos, la ciudad cosmopolita, referente cultural y emporio industrial y económico de la nación española que fue, antes de las ínfulas secesionistas de unos catalanes que buscaban notoriedad política.
Por supuesto, los muertos importan. Mucho, aunque sea uno solo. Por ello, hay que saber en qué momento pueden morir, a manos de quién o bajo qué responsabilidad. Porque la responsabilidad primera, última y única porque las engloba a todas es de la persona en quien el Estado ha depositado la autoridad para velar por la seguridad y vidas de todos: El ministro de Interior Grande-Marlaska.
Pocas veces se ha producido, en un país, una degradación tan precipitada como la que ha conseguido que padezca la ciudad catalana de Barcelona, su actual alcaldesa, desde que ella conquistó el apoyo de una parte de la ciudadanía catalana que, evidentemente, escogió el peor representante que pudiera haber elegido para gobernar, desde su ayuntamiento, la capital de Cataluña.
Cuando un político llega al poder de rebote, fruto de una de las peores consecuencias de una elección poco meditada por los votantes y, por azares del destino, por manipulaciones electorales, por mentir conscientemente de que lo estaban haciendo y por la habilidad que suelen tener todos estos sujetos que padecen ataques de grandeza, que viven convencidos de que han llegado a este mundo para salvar a la humanidad de sus errores.
Ya sabemos que se trata de un tema políticamente incorrecto y, si se trata de intentar comentarlo cuando en España existe la opinión generalizada de aceptar la venida de inmigrantes como algo positivo, necesario e ineludible, todavía es más arduo sacar a colación un tema que, sin embargo, tiene otros parámetros que podemos contemplar cada día.
La Alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, haciendo caso omiso de la Ley Electoral que señala expresamente que durante el periodo de elecciones, los gobiernos -ya sean locales, regionales o nacional- tienen prohibido "realizar cualquier acto de inauguración de obras o servicios públicos o proyectos de éstos, cualquiera que sea la denominación utilizada".
La 13ª edición del Mobile World Congress, la mayor convención de tecnología del mundo, ha dado comienzo esta mañana en Fira Gran Vía Barcelona. Tras la no participación de Ada Colau ni de ningún miembro de la Generalitat en el recibimiento al Rey de anoche, Felipe VI ha visitado el evento durante dos horas junto a la vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría, el ministro Álvaro Nadal y la alcaldesa de la Ciudad Condal, sin que se haya registrado ningún incidente.
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