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Hoy día no son pocos los que oyen hablar de democracia europea como quien oye llover. Ni los gobiernos, ni los parlamentos, ni los partidos políticos, ni la mayoría de los medios de comunicación, ni las academias, se esfuerzan para subsanar esta desidia yendo a sus causas y señalando todas las insuficiencias e irregularidades de un proyecto tan abstruso.
Para ser “manada”, no hace falta ser juerguista y perderse en la noche inconsciente de la bebida. La “manada” corre por el campo, el guía conduce las “ansias” del grupo. Llegados el pastizal, la conciencia colectiva devora el presente y el futuro de todo el forraje... después lo rumian y a continuación, corretean, observándose unos a otros, para no perderse.
Escribió Walter Benjamín que lo hecho nunca está definitivamente hecho y que, por tanto, lo peor puede volver. Desde hace tiempo, comprobamos que es así: los partidos de una extrema derecha que creíamos desparecida, o al menos reducida a la mínima expresión desde hace décadas, vuelven a tener influencia política decisiva, e incluso gobiernan en algunos países de gran relevancia.
Desde las democracias de Europa hasta las naciones en transición de América Latina, pasando por los regímenes autoritarios de Asia, el contexto regional juega un papel decisivo en la actividad de la prensa. Según el último Índice Mundial de Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras, países como Finlandia y Noruega continúan liderando el listado, destacando por una prensa libre, mientras que naciones como Eritrea y Corea del Norte ocupan los últimos lugares.
Es bien sabido que Largo (estuquista metido a político) rechazó el ofrecimiento de Primo para formar parte de su Gobierno, por no comulgar aquel con regímenes dictatoriales. Como sabido es que don Francisco siempre fue hombre cauteloso y poco amigo de arengas belicistas: era Gandhi un revoltoso a su lado.
El presidente Sánchez ha hablado estos días de la necesidad de un plan de regeneración democrática, que considera “uno de los desafíos más trascendentes”, para lo que propondrá “medidas y acciones para reforzar y prestigiar la democracia”. Pero ¿de qué regeneración democrática hablamos?
La vida no es como una caja de bombones. La frase de Forrest Gump, tan famosa (¿?), presupone un mundo feliz en el que no hay bombones rellenos de hiel. Sin embargo, el propio Gump debe saber que no es así en cuanto su vida no es precisamente afortunada.
El 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Grupo Siglo XXI se suma a la conmemoración con una cobertura especial durante todo el mes, analizando distintas facetas de la libertad de prensa a nivel global. A través de este esfuerzo, buscamos arrojar luz sobre cómo una prensa libre no solo es un pilar de la democracia, sino también una herramienta esencial en la lucha contra la corrupción y el abuso de poder.
En la compleja danza entre poder y libertad, el anhelo de control ha sido un motor perpetuo de la historia humana. Desde los regímenes totalitarios hasta las dinámicas cotidianas, el deseo de dominio sobre otros se manifiesta de diversas formas, moldeando sociedades y restringiendo la autonomía individual.
En mayo, Grupo Siglo XXI reafirma su compromiso con uno de los pilares fundamentales de la democracia: la libertad de prensa. Coincidiendo con la celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa el próximo 3 de mayo, nos orgullece lanzar una serie de iniciativas destinadas a defender este derecho esencial. Desde su creación, Grupo Siglo XXI ha estado al frente de la defensa de una prensa libre, conscientes de que es fundamental en los procesos democráticos en todo el mundo.
El próximo lunes, 29 de abril, España se sitúa ante un momento decisivo: el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciará si opta o no por continuar al frente del Ejecutivo. Más allá de las repercusiones inmediatas que su decisión pueda tener, este anuncio sirve como catalizador para una discusión más amplia sobre dos pilares fundamentales en la política actual: el proceso de transición de poder y el papel de la comunicación política en la era digital.
Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.
La política española ha sido moldeada por una Constitución que, si bien ha traído estabilidad y democracia, también ha generado críticas y desafíos. Una de las principales preocupaciones es el sistema de representación, que favorece a los partidos sobre los ciudadanos y dificulta la rendición de cuentas.
Hay ocasiones en las que uno, casualmente, consigue leer un texto con cierta enjundia política e incluso filosófica. Algún que otro artículo, que pasa desapercibido de entre tanta morralla acumulada en la escollera del periodismo mamporrero, nos enciende una pequeña luz en el pensamiento y la razón. Uno de esos escasos artículos a los que me refiero es La política contra los pueblos de Ramón Jáuregui, exministro de la Presidencia y exeurodiputado.
Convendría detenerse en observar algo evidente, profundamente asociado al transcurrir de la existencia, como es el protagonismo que ha tomado el mercado, que incluso es capaz de superar el papel asignado a la política, pasando a ser guía conductora de muchos pueblos.
El ciudadano necesita una información veraz y total. Lo contrario, significa que no es considerado como tal. Los estados, después, podrán aportar todos los matices necesarios para que su experiencia y profesionalidad delineen las razones de estado que consideren oportunas. Y a nosotros nos corresponderá decir sí o no. Después de todo somos los verdaderos sufridores de las consecuencias de esas razones. Pero esa información previa es indispensable.
El filósofo griego Aristóteles, en su tratado “Política”, definió al hombre como “animal político” (zoom politikon) para indicar que “el hombre es un ser social y racional que vive en sociedades organizadas políticamente y en cuyos asuntos públicos participa en mayor o menor medida, con el objetivo de lograr el bien común perseguido por la política: la felicidad de los ciudadanos”.
Tratando el asunto de la dirección de las masas, conforme al modelo que puede observarse, por ejemplo, en las sociedades europeas, se ha impuesto el término democracia, aunque quede lejos de su sentido original. Pese a ella, en la práctica, no son los respectivos pueblos los que gobiernan, sino grupos políticos llamados partidos, por lo que resultaría apropiado, sin más especulaciones, sustituirlo por el de partitocracia.
El 6 de marzo fue todo un día de miércoles. El exdictador vivo, más sanguinario y corrupto del hemisferio, apareció bien sano anunciando sus nuevas redes sociales y perfilándose como presidenciable. Esto, tras haber logrado su excarcelación mintiendo diciendo desde hace más de una década que está bajo enfermedades terminales.
Los teóricos, los defensores y los vividores de la democracia actual lo basan todo en la igualdad, un concepto que ha invadido todo, desde el espíritu de las leyes y de los argumentarios políticos, hasta los discursos legitimantes del sistema, pasando por la propia base implícita de la coordinación social ( esas leyes no escritas por las que nos regimos a la hora de relacionarnos con los demás en el trabajo, en nuestra vida social, etc.).
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