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¡Sánchez feliz! Sabe que tiene la colaboración de todos menos de Vox; pero como Vox es todavía pequeño, basta con decirle que se calle o darle unos cuantos manporros a través de las hordas violentas que son colaboracionistas. La máxima felicidad de Sánchez es contemplar la mejor disposición del PP. Antes parecía que era sólo por omisión, ahora ya es positiva como resultado de repetirle mil veces que la oposición es sólo destructiva, que no colabora, que a todo dice no.
En esta entrada quiero hablaros de Pedro Sánchez, Feijoo, Ayuso y el problema de las parejas. Aclaro de entrada que esto no es una crítica hacia Pedro Sánchez ni hacia ninguno de los sujetos que se nombran en ella, solo es una reflexión personal, tras ver, esta mañana en los informativos, la sesión del Pleno de ayer en el que Sánchez pedía la dimisión de Ayuso. Me he puesto mala y ahora os explico por qué.
Vivimos tiempos convulsos para la política española. Pasan las semanas y el PP y sus corifeos de la Brunete Mediática, la cúpula judicial de la Brigada Aranzadi y los fieles de la “adoración nocturna” junto con los seguidores del rosario en familia para salvar a España de una muerte y una ruptura anunciada, están mareando la perdiz con la cantinela de “España se rompe” con la intención de alcanzar la presidencia del Gobierno.
En el penúltimo día de septiembre decayeron todas las esperanzas, si es que tenía algunas, de Alberto Nuñez Feijóo para llegar a mudarse a Moncloa. El denominado bloque progresista del Congreso volvió a darle calabazas en el examen de reválida de la investidura.
Una parte de la política española sufre una enfermedad muy grave que precisa con urgencia de la aparición de nuevos fármacos que puedan salvarla de su estado cochambroso. La enfermedad consiste esencialmente en la aparición de unas desviaciones cerebrales en las personas que forman parte de los sectores llamados progresistas y de las minorías contrarias a España.
Martillo y yunque, son herramientas para forjar, aguantando o golpeando. ‘Uno es martillo o es yunque; la buena gente siempre ha sido yunque’. Dice Corey Stoll, Peter Ruso en la serie Billions, de Brian Koppelman. Billions, miles de millones. ‘Cuando seas yunque, aguanta. Cuando seas martillo golpea’, es un consejo atribuido a Lenin.
La pasada semana el rey Felipe VI nombró como aspirante a Presidente del Gobierno a Alberto Nuñez Feijóo, candidato del PP, partido ganador de las elecciones generales del 23-J, a pesar que, hasta este momento, el candidato real no tiene en su zurrón el número de votos suficientes para alcanzar los 176 votos afirmativos que le darían la mayoría absoluta con la que poder alcanzar la Presidencia del nuevo Gobierno de España.
Las elecciones del 28-M nos devolvieron la imagen de una España negra que ya creíamos devuelta para siempre al cajón del olvido de la historia. La geografía española, de la noche a la mañana, apareció teñida con los colores azul y verde representativos de la derecha extrema y la extrema derecha, PP y Vox, que, al fin y al cabo, hemos visto que son la misma cosa.
El resultado del 23J es muy diferente a lo que todos los medios, encuestas y analistas vaticinaban. Una alta participación ha desbaratado lo que se anunciaba, cerrando el paso a un gobierno del PP con Vox. Pero las urnas no han mostrado un apoyo cerrado a los cuatro años de gobierno de coalición, en los que ha seguido avanzando el atraco financiero y monopolista.
Cuando todavía andábamos resacosos de la campaña electoral del 28-M y todavía sin digerir los resultados de una elecciones municipales y autonómicas que han llevado al poder en CC.AA. y grandes ciudades al tándem PP/VOX nos encontramos ya a finales de otra campaña electoral camino del 23-J que, si Dios, Alà y Buda junto con los votos de los españoles no lo remedian llevará a la Moncloa al amigo del narco cogido de la mano del líder de la extrema derecha española.
El actual sistema dominante de las sociedades occidentales utilizaría la dictadura invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los ideales del individuo primigenio y transformarlo en un ser acrítico, miedoso y conformista que conformará una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable, teniendo como efecto colateral la desaparición de la conciencia critica.
Aunque en la política todo es posible y en España e Italia abarca lo más inesperado de lo imposible, basta mirar a la Roma de hoy desde la columna de Trajano –el emperador nacido en Itálica- o de un palco para autoridades laicas del Coliseo romano, para que aquí en España se le abran a uno las carnes a la par que sentir los vítores de Vox y el pataleo del sector más conservador del Partido Popular.
Si nos atenemos a las informaciones y predicciones de los economistas, si la guerra de Ucrania persiste, si los conflictos con China no amainan y si el problema de la energía que afecta a la mayoría de naciones del mundo, no se soluciona puede suceder que haya una situación social.
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