Cuando todavía andábamos resacosos de la campaña electoral del 28-M y todavía sin digerir los resultados de una elecciones municipales y autonómicas que han llevado al poder en CC.AA. y grandes ciudades al tándem PP/VOX nos encontramos ya a finales de otra campaña electoral camino del 23-J que, si Dios, Alà y Buda junto con los votos de los españoles no lo remedian llevará a la Moncloa al amigo del narco cogido de la mano del líder de la extrema derecha española.
La campaña que finaliza este viernes ha sido, especialmente, agresiva por parte de unas derechas que, desde siempre, ven España como su feudo particular, creen que es su cortijo que les fue arrebatado hace cinco años por una coalición de fuerzas progresistas dispuestas a darle la vuelta, como a un calcetín, a la política española. Las dos derechas, que al final resultan ser la misma, la más extrema, llevan tiempo, con la estimada ayuda de sus periodistas de cabecera, desbarrando contra el gobierno de Pedro Sánchez, para ellos el gobierno Frankenstein, este fue el primer nombre que le aplicaron con el fin de desprestigiar un gobierno de coalición, cosa habitual en Europa pero inusual en España. Desde hace tiempo, prácticamente desde la muerte del dictador Francisco Franco Bahamonde, el Caudillo de España “por la gracia de Dios” la derecha cuenta con la inestimable colaboración de la cúpula del estamento judicial, con la de las cloacas del Estado desde las que incluso se han atrevido a espiar al Presidente del Gobierno y algunos de sus colaboradores, lo mismo que hacen habitualmente con los políticos y los independentistas catalanes, y, en esta colaboración con las derechas, no podía faltar el gran capital, ese Ibex-35 siempre dispuesto a invertir una porción de sus beneficios en oscuras maniobras que impidan el acceso al poder a quienes les puedan recortar los beneficios con impuestos sobre sus grandes ganancias. Les sale más barato colocar en sus Consejos de Administración a algún que otro político venal que pagar impuestos sobre los beneficios de la banca o las eléctricas.
Y en esas andamos. Estamos a un paso de tener como Presidente del Gobierno del Reino de España a un señor que lleva toda la vida en la política, a un individuo que reniega de sus amistades, como ha hecho con el narcotraficante Dorado a quien ahora dice no conocer cuando el mismo Dorado ha afirmado que han estado juntos en diversos lugares de esparcimiento, e incluso Feijóo ha dormido en su casa y la señora Dorado le ha preparado el desayuno. A un personaje que se niega a tener un debate cara a cara con Pedro Sánchez en la televisión pública española pero sí que lo tiene en Antena 3, con dos personajes que son la vergüenza del periodismo honrado vendidos al Sol que más calienta, el del capital y la derecha y que en absoluto supieron ni quisieron moderar aquel debate en el que Feijóo mintió constantemente engañando a los televidentes. A un personajillo que cuando la televisión pública organiza un debate con las cuatro primeras fuerzas políticas en liza excusa su participación por un dolor de espalda. A un mentiroso compulsivo al que los periodistas amigos le dejan mentir a mansalva pero cuando una periodista valiente le demuestra que miente se atreve a amenazarla. No es extraño que a la prensa europea le pueda parecer imposible que un personaje gris como Feijóo que miente constantemente pueda llegar a Presidente del Gobierno español.
La verdad es que Feijòo y con él todo el PP desde el 28-M, con la excusa de sus pactos con el fascismo, se han quitado la careta, son hijos y nietos de franquistas, como Vox, primos hermanos entre ellos, y al PP le viene muy bien tener como “mamporreros” a los del partido cuyo nombre evoca el de una revista nazi de la postguerra, para que les hagan el trabajo sucio. Han puesto en manos del fascismo Presidencias y Vicepresidencias de Parlamentos, Consejerías, concejalías y altos cargos para que vayan haciendo lo que a ellos siempre les hubiera gustado hacer, lo llevan en el ADN, censurar libros, prohibir obras de teatro y películas, recortar la libertad de expresión y otros derechos civiles, y mientras éstos hacen el trabajo sucio ellos, los del PP, se reservan el control del dinero público y sus concesiones, que es los que les da rendimientos. Lo han hecho toda la vida, y ahora no van a ser menos, aunque, seguramente, lo harán más disimuladamente.
Más de un empresario en el País Valencià ya se está frotando las manos al pensar que la Sanidad volverá a estar privatizada, seguramente también las ITV y muchas de las concesiones administrativas que dependan de la Administración. Recomiendo, especialmente, a los votantes de la extrema derecha y la derecha extrema que, cuando enfermen y acudan a la sanidad en busca de remedio y en lugar de la tarjeta sanitaria les pidan la tarjeta bancaria recuerden lo que votaron y que no por votar a los defensores de los más adinerados se asciende a la misma clase que ellos, porque precisamente, estos los ricos y su poder, son enemigos acérrimos del llamado “Ascensor social”.
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