Vivimos tiempos convulsos para la política española. Pasan las semanas y el PP y sus corifeos de la Brunete Mediática, la cúpula judicial de la Brigada Aranzadi y los fieles de la “adoración nocturna” junto con los seguidores del rosario en familia para salvar a España de una muerte y una ruptura anunciada a los cuatro vientos por los apologistas del Apocalipsis, junto a los añoradizos de aquellos días en que todos bailaban al son que, desde el Pardo, tocaba un milico dictador y gallego, están mareando la perdiz con la cantinela de “España se rompe” con la intención de alcanzar la Presidencia del Gobierno. Van pasando los días y las noches y toda esta pandilla aún no se ha dado cuenta, que pese a ganar las elecciones, ésta ha sido una victoria amarga porque al final su oponente principal, el PSOE, les ha arrebatado la merienda y se han quedado con la más bella del baile, el Gobierno. Pese a los intentos de Feijóo de ir a la Comunidad Europea a hacer el llorón cogido de la mano del “primo de Zumosol”, Manfred Weber, cabecilla del Partido Popular Europeo en la Comunidad Europea, Pedro Sánchez sigue presidiendo la bancada azul del Gobierno.
Estos días Pedro Sánchez nos ha hecho saber algo que muchos, creo que todos, ya sabíamos, la amnistía no era su primera y principal opción para seguir en el Gobierno, y si ha pasado por estas horcas caudinas ha sido porque no ha tenido más remedio que hacerlo si quería seguir desayunando cada día en Moncloa y sentarse una legislatura más al frente de la bancada azul del Gobierno en la Carrera de San Jerónimo. El tan denostado, por unos y otros, pacto con JUNTS ha sido más una necesidad que un deseo. Pero tampoco la otra parte, los antiguos convergentes, firmaron el pacto con alegría, lo hicieron empujados por las circunstancias, incluso en contra de una parte de su feligresía nacionalista más recalcitrante a la que, durante seis años, han estado alimentando desde las redes sociales con la esperanza de una rápida llegada de la independencia si mantienen firmes los deseos de aquel primero de Octubre y sin dar un paso atrás.
Este pacto, que muchos, a ambos lados del espectro político, ven como un acuerdo “contra natura” ha hecho que desde el PSOE, Pedro Sánchez, al tiempo que reconoce que en España la justicia, muchas veces, trabaja amparada en el lawfare también reconozca que la amnistía no es un plato fácil de digerir después de haber estado alimentando, desde el Borbón hasta muchos votantes y militantes socialistas el “a por ellos” cuando los “ellos” eran los favorables al independentismo catalán. También al otro lado Puigdemont ha tenido que sacar pecho y hacer unas declaraciones, con un amenazante aviso al PSOE, para tranquilizar a aquellos de sus seguidores que no han visto con buenos ojos el voto favorable para investir a Pedro Sánchez.
Puigdemont ha aprovechado el acto en el que la revista americana Político daba unos premios, entre ellos a él, y también a Manfred Weber, Presidente del PP Europeo, para, en una charla informal con éste, hacerle saber que si el PSOE no cumple con los pactos firmados con JUNTS los antiguos convergentes podrían acercarse al PP de Feijóo, incluso para presentar una moción de censura contra Pedro Sánchez. Estos premios que reconocen a las personas más influyentes en Europa, sitúa a Puigdemont en el número 2 en la categoría de los “disruptores” que son aquellos que “provocan cambios drásticos, tanto en las expectativas como en los comportamientos”.
Personalmente creo que esta conversación con el alemán sobraba, Puigdemont era consciente que a Weber le faltaría tiempo para hacerla llegar a los medios, pero, tal vez, pensó que había que calentar el ambiente frente a las conversaciones que en unos días iban a tener con los socialistas. ¿Esta conversación entre los dos premiados fue una boutade de Puigdemont, un aviso al PSOE, o un guiño a los independentistas “no surrender”? La respuesta está en el viento.
En unos días se debatirá en el Congreso la propuesta de Ley de Amnistía con la idea de que a finales de Enero sea aprobada en el Congreso de Diputados, el PP ya ha anunciado que la “congelará” en el Senado, donde cuenta con mayoría, todo el tiempo que pueda. Es su manera de defender, según dicen, la Constitución, un texto legal que fue aprobado hace 45 años y que hace tiempo quedó obsoleto. La Constitución española nació del miedo, hacía tres años que había muerto el dictador Franco y en España el poder seguía en las mismas manos que tres años antes, mandaban y siguieron mandando los mismos policías que habían servido a la dictadura franquista, entre los mandos militares todavía quedaban militares que habían servido al lado de Franco cuando éste se rebeló contra el gobierno legítimo de la República, y la cúpula judicial de la noche a la mañana pasaron de la dictadura a la democracia. Nada cambió con la aprobación de la Constitución, en la que algunos de sus artículos hacen honor a aquel “atado y bien atado” herencia del viejo dictador. La indisoluble unidad de la nación española, afirmada en el art. 2 de una Constitución que dejaba en manos del Ejército la sagrada unidad de España.
El pasado miércoles el PP se llenó la boca de palabras sin sentido en defensa de esa Constitución a la que hace 45 años negaron el pan y la sal, el mismo Aznar, ahora uno de sus más firmes defensores, por aquel entonces la denostaba desde las páginas de la prensa. Pero mientras por un lado todo eran loas a una Constitución, ya ajada por los años y el mal uso, por la puerta de atrás, esos mismos aduladores, la han estado incumpliendo negándose a la renovación del Consejo General del Poder Judicial, desde hace cinco años okupado por unos magistrados con su tiempo de mandato caducado. Y todo porque el PP se niega a cumplir con lo que establece la Constitución para asi seguir teniendo en la cúpula judicial a unos jueces fieles a sus designios. Una solución digna sería, la dimisión de los jueces okupas, pero estos no dimitirán por dos motivos: se consideran los guardianes de las esencias patrias de España y, tal vez lo más importante para algunos de ellos, cada año de okupación del puesto en el CGPJ les supone unos ingresos superiores a los 100.000 euros. Motivo suficiente para no conjugar en primera persona del singular el verbo dimitir.
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