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Según la Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores (UATAE), la pensión media de jubilación del colectivo de trabajadoras y trabajadores autónomos es un 40,6% inferior a la del régimen general, y un 50,6% inferior en el caso de las mujeres autónomas. El porcentaje de pensionistas autónomos que necesita el complemento de mínimos es del 32%, frente al 19,5% de asalariados.
La pandemia ha supuesto un punto de inflexión para la mentalidad de las nuevas generaciones de profesionales que han comenzado a valorar más la calidad de vida que el volumen de trabajo. El 78% de los menores de 35 años cambiarían de residencia a un lugar más pequeño si con ello consiguieran mejorar su calidad de vida y alcanzar un estado personal que les permitiera vivir sin preocuparse por el dinero.
Como habrán comprobado a través de mis escritos, soy un gran defensor e investigador del “segmento de plata”. Ese grupo de personas que constituyen el grueso de cuantos hemos pasado la etapa laboral y nos encontramos en el “paraíso” de la jubilación. Ojo, pero con las suficientes fuerzas para seguir prestando un servicio a la sociedad. En este caso: “gratis et amore”.
Quizás estamos viviendo la etapa más difícil de los últimos cincuenta años y, con seguridad, la más dura de este siglo. La humanidad la soporta con cierta displicencia y un escaso respeto. Los mayores, por el hecho de ser personas de riesgo, la vivimos con temor y una notable dosis de desconcierto.
A partir de que se planteó esa disyuntiva, siempre se ha considerado que es preferible enseñar a los necesitados a que se busquen su sustento con su propio trabajo antes que otorgarles una ayuda sin que hagan nada para conseguirla.
Jhon Maynard Keines, en su conocido libro “Teoría General de la Ocupación, el interés y el Dinero”, allá por el primer tercio del pasado siglo XX.
Las vacaciones se acercan,
pero sólo serán tres días,las merecidas vacaciones.
El pasado verano hablaba de mi amigo Juan Caparrós, el último marengo del Rincón de la Victoria, con el que enhebro largas conversaciones a lo largo de la mañana mientras jugamos al dominó. En esta partida nos enfrentamos a otros “indígenas” cuya forma de pensar, de actuar y de vivir es completamente diferente.
El tema de las pensiones es uno de los más candentes siempre que se acercan las elecciones. Todos los partidos políticos incorporan a sus programas nuevas medidas, propuestas o ideas para asegurar la sostenibilidad del sistema. Según datos aportados por la plataforma Epdata, el gasto total en este aspecto en el país fue de 9.576,48 millones de euros en marzo de 2019, lo que supone un aumento del 7,04% con respecto al mismo mes del año pasado.
En muy pocos años, la mayoría de los que a partir de los 65 ya eran considerados como ‘abuelos y abuelas’ será reemplazada por la generación de los ‘baby boomers’, los nacidos entre 1960 y 1975, la generación más numerosa de la historia a la que, cuando les llegue la edad de jubilación, aún les quedará una larga y activa vida, sin olvidar los obstáculos económicos y de salud que tendrán que superar.
Y esto mismo va a suponer en los próximos lustros cambios enormes en la realidad social y económica. Ya lo están diciendo los grandes expertos. Y todos estos cambios van a repercutir también en lo relativo a las pensiones. El modelo productivo va a transformarse notablemente en los próximos años y decenios.
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