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Mientras Libia sigue asolada por una “profunda inseguridad”, los migrantes y refugiados que llegan a ese país son víctimas de muertes, torturas y malos tratos “a gran escala y con total impunidad”, según ha denunciado esta semana el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk.
El este de Libia se ha visto golpeado por la tormenta Daniel, que ha provocado graves condiciones meteorológicas: fuertes vientos y lluvias torrenciales en varias zonas del noreste de Libia. El balance humano es elevado: según las últimas cifras oficiales, hay más de 6.000 muertos, 7.000 heridos, 10.000 desaparecidos y 40.000 desplazados. Es difícil evaluar las necesidades humanitarias, pues las conexiones telefónicas y por carretera han quedado interrumpidas.
Desde Libia una noticia recorre el mundo: cuatro misiles que Francia había comprado a Estados Unidos estaban en manos de las fuerzas del mariscal Jalifa Hafter, el hombre fuerte de Libia, quien asedia a las brigadas del Gobierno de Acuerdo Nacional.
Dos años después del acuerdo migratorio de Italia con Libia, respaldado por la UE, más de 5.300 mujeres, hombres, niñas y niños han perecido en el Mediterráneo y un número aún mayor está sufriendo en los campos de detención de Libia, según denuncia Oxfam (Oxfam Intermón en España).
Los equipos de Acción contra el Hambre se han movilizado para responder a las necesidades más inmediatas.
El coordinador humanitario de Naciones Unidas para Libia, Alí al Zatari, ha aplaudido este jueves la liberación de dos trabajadores humanitarios secuestrados hace cinco meses en la localidad de Al Shuairif, ubicada en el sur del país.
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