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José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social, ha vuelto a liarla. Este tecnócrata y burócrata del Gobierno viene actuando sin principios ideológicos desde el primer día que ocupó la cartera ministerial, lo que choca con los comportamientos más o menos socializadores del resto de compañeros ministros de un Ejecutivo que se supone progresista, socialdemócrata y moderado.
Si los vicepresidentes de Gobierno, empresas e instituciones han de hacer lo que no conviene que haga o quiera el presidente que les manda, los ministros de la Presidencia parece que tienen como misión suplir al presidente del Gobierno en las ocasiones que incomodan. Hoy el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, que además se ocupa de las Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, suplió al presidente del Gobierno para edulcorar el hacer del Ejecutivo.
Asegura un cazador que ellos no se meten con nadie. Es decir, que todas las personas que matan o hieren en "accidentes", todos los animales a los que disparan y acuchillan en sus "lances", todos los perros "inservibles" para cazar que abandonan o liquidan, son nadie para ellos. Y usted, sr. Luis Planas Puchades, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, pide cuidar la caza asegurando que es un deporte como el fútbol.
Sí, inconcebible, inadmisible, inaudito inaguantable e intolerable y por desgracia irrefutable, lo manifestado por esta desdicha de Ministro que, para nuestra perdición padecemos lo españoles, denominada Alberto Garzón. Es el hombre de las paparruchadas, de las sandeces sin cuento y de las tonterías sin remedio.
Les confieso que en este nuevo año que estrenamos, era mi propósito despegarme del decepcionante y frustrante clima político que estamos sufriendo y de la insoportable presión vírica que padecemos, para ocuparme de cuestiones mucho más inquietantes que están abocando a nuestra sociedad a un vertiginoso destino sin un horizonte definido en el escenario nacional e internacional.
"No puede seguir ni un minuto más sentado en el Consejo de ministros", dicen los partidos de la oposición, varios presidentes autonómicos con Lambán a la cabeza, el sector ganadero al completo y la industria cárnica. Es tal el daño de este muchacho, comunista y ministro-cuota, que ha faltado tiempo a los gobiernos alemán y francés para pedir explicaciones al gobierno español.
Dudo que quede en España algún ganadero que no haya pedido la dimisión de Alberto Garzón, ministro de Consumo del Gobierno de Pedro Sánchez, sector comunista. Su falta de preparación y su desconocimiento del mundo ganadero le ha llevado a demostrar su ignorancia en «The Guardian». Además de inconsciente es un hipócrita porque en su boda no faltó solomillo. ¿Qué tiene este desorejado contra la carne?
El ministro de Consumo ha gastado más 80.000 euros, de los depauperados bolsillos de la Hacienda española, en una campaña para decirnos a todos, todas y todes, que próximamente va a promulgar un decreto para que los juguetes de los niños, las niñas y los niñes sean todos iguales. Además de esa escandalosa cifra, hay que añadir otros 20.000 euros para pagar a los medios que difundirán esta majadería.
Se apellida Garzón, y no es precisamente Baltasar, el exjuez expulsado de la Judicatura. Me refiero a Alberto, el ministro de Consumo. Sesudo personaje que descubrió que circulaban menos coches cuando nos obligaron a permanecer enclaustrados bajo amenaza de sanción. El mismo que no domina las matemáticas y que descubrió que había bajado el nivel de juego, precisamente cuando estábamos encerrados por la pandemia y por las ilegales medidas del Gobierno.
Hace unos días me comentaban que, con un ministro de Cultura y Deporte como el «Peoncín» de Tabarnia, ha acabado por degradarse la representación de una y el otro. El caso es que uno reflexiona al respecto y posiblemente esté en lo cierto quien así opinaba. Los Gobiernos democráticos españoles siempre han dado importancia a esas dos disciplinas, pero en el Gobierno actual no lo han hecho; han tomado a ambos como una «María» de bachillerato. Y así nos cubre el pelo.
«Lo que nos gustaría es que los museos nacionales no estén sólo en Madrid». Lo ha soltado el ministro de Cultura y Deporte, Miguel Octavio Iceta, y se ha quedado tan pancho y orondo. ¡Qué atrevida es la ignorancia! Y pensar que estamos gobernados por personajes como el «bailarín» o, como le llaman en su partido, el «peoncín» que llegó de Tabarnia.
Muchas veces, el activismo ideológico deja en segundo plano la lógica, el bienestar y la razón. Eso es lo que le ha sucedido a José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social y cosas varias. Sabe que los fondos de recuperación comunitarios dependen de una serie de factores que el Gobierno ha de cumplir, sí o sí. No sé cómo explicará a Bruselas que la patronal se ha retirado de la mesa de las pensiones.
Siempre pensé que los ministros eran los responsables de elaborar legislación y generar confianza en la ciudadanía, pero he podido comprobar que no es así. El ministro, José Luis Escrivá Belmonte, que lo es de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones del Gobierno de España, ha demostrado una torpeza inusual. No por mucho presentar un currículum vistoso se es mejor profesional ni más especialista en lo que dicen los papeles.
Más claro es imposible. Ahora resulta que Pedro Sánchez se siente avergonzado de los indultos y no ve otra solución para «su blanqueo» que «echar el muerto a otro». Ese muerto es el anterior ministro de Justicia, Juan Carlos Campo. Confieso que, si desde distintos frentes le tachan de psicópata, incluso desde dentro de la profesión, ahora ya no tengo dudas de que estamos ante un caradura en toda regla, un traidor y un incompetente circular, pero peligroso.
El día de todos los santos ha coincidido con el santo del "ministro de todos los ministros". El primero de noviembre de 1960 nació Pedro Francke, el primer economista izquierdista en ocupar la cartera más importante después del Premierato. La nueva cabeza del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) del Perú sostiene, al igual que Perú Libre, que su meta es una "economía popular de mercados".
Ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares Bueno, visto en un espejo. En el hotel Ritz, tribuna política Nueva Economía Fórum en lunes. En una mesa de prensa, un sitiode espaldas al orador y frente a un espejo. En él se reflejaba, corregida o deformada, la imagen del ministro, de lo que había a su lado y de una parte del salón. La corrección pudo reducirse a imágenes y perfiles. Pero se amplió...
Este martes 12 de octubre, Miquel Iceta, ministro de Cultura y Deportes, presidirá el acto de inauguración de LIBER 2021, Feria Internacional del Libro. Organizada por IFEMA MADRID y promovida por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE), celebra su 39ª edición del 13 al 15 de octubre.
«¡Fuera, fuera! ¡Fuera, ministro! ¡Vete de aquí, sinvergüenza!» eran los «cariñosos» improperios con los que le «agasajaron» al ministro Grande Marlasca en Córdoba, aprovechando un acto enmarcado en la Semana Institucional del Instituto Armado. Los reiterados gritos de «¡Fuera, fuera…!» y «¡Marlasca, dimisión!» se agolpaban en la sobrecogedora pitada, tanto durante el discurso institucional como en el transcurso de la revista a la Benemérita.
Es curioso. Gran parte del futuro, dicen, depende de nosotros, pero los focos casi siempre apuntan hacia otra dirección. Apenas algunos macrobotellones nos dan, por desgracia e irresponsabilidad, cierto protagonismo. Una imprudente disciplina para adornar el currículum. Y para dejar patente la desconexión y desilusión venidera. Permítanme que me incluya.
Cuando un gobierno pierde el sentido de la moderación y se dedica, en lugar de a gobernar para sus ciudadanos, a mantener una batalla constante contra la oposición, entra en prácticas maniqueístas y se rebaja hasta el punto de intentar ahogar a una comunidad, como es la madrileña, solamente por resentimiento y animadversión por haber sido derrotados en toda la línea por el PP de la señora Ayuso.
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