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Una vez más hemos estado a punto de cometer una de estas pifias que pueden acabar siendo dramáticas. El PP no puede andar continuamente circulando por el filo de la navaja sin que, en cualquier ocasión, acabe cometiendo un error de estos que pueden significar para España y los españoles, caer definitivamente en manos de estos que, en la actualidad no dejan de hacer méritos para conseguir el poder absoluto sobre la nación española.
Hace tiempo que venimos observando ciertos complejos en Pedro Sánchez cuando se enfrenta a Núñez Feijóo en el Senado. Los expertos también aprecian cómo se muerde la mandíbula ante situaciones incómodas y, frente a Alberto Núñez, el gesto lo repite constantemente. Numerosas fotografías y secuencias grabadas lo demuestran.
Nunca llegamos a pensar que un sujeto de los del montón, un personaje fatuo y convencido de ser el eje del universo, iba a ser capaz de darle la vuelta a nuestra nación con la facilidad con la que ha conseguido hacerlo el señor Pedro Sánchez, del partido socialista español.
Existe en Ferraz fundado nerviosismo por los sondeos que alertan de la pérdida de Moncloa por parte del felón y mentiroso, Sánchez. La tensión ha hecho perder los papeles al trapacero presidente. Y esa actitud no es más que la cosecha recogida de lo sembrado. Hasta el PNV ha tardado en reaccionar y en darse cuenta de que le han tenido engañado las huestes falsarias del degenerado socialismo, más conocido como «Sanchismo».
En la edad media, a los presuntos delincuentes se les tenían pocas o ningunas consideraciones a la hora de poder argumentar a favor de su inocencia. No solamente entre los esbirros del Tribunal de la Inquisición, sino incluso en la justicia ordinaria laica eran corrientes procedimientos que hoy causaría espanto, estupor y absoluto rechazo a cualquiera de nuestros tribunales penales.
Era lógico que cualquier avezado parlamentario recelara de la oportunidad de celebrar un debate entre el presidente del gobierno y el jefe de la oposición en el Senado, donde la rigidez del Reglamento y la repercusión mediática eran elementos que teóricamente favorecían al presidente y aún más en las actuales circunstancias por las que atraviesa España en su doble escenario nacional e internacional.
Reconozco que a estas alturas de mi vida, no son las campañas electorales las que precisamente me “suliveyan” intelectualmente. Pero mi antigua relación personal con Juanma Moreno y el convencimiento de que solo el proyecto del Partido Popular tiene capacidad política y de gestión para gobernar Andalucía durante los próximos años, me motivan para pronunciarme sobre esta importante cita electoral.
Cuando Julio Verne dijo que “todo lo que un hombre pueda imaginar, otros podrán hacerlo realidad”, no creo que pensara en España, donde nadie se imaginaba lo que sí ha hecho realidad Pedro Sánchez y es que una nación que fue imperio y primera potencia europea, llegara a ser objeto de tan elevado descrédito dentro y fuera de sus fronteras, gracias al gobierno más caótico y disparatado de su historia.
Feijóo sabe, lo creen muchos y lo intuyen casi todos que, más pronto que tarde, va a encargarse del Gobierno de España. Para eso salió, le ‘salieron’, de Galicia. Las encuestas lo apuntan ya. Hoy lo anunciaba la encargada por un diario nacional. El gobierno de coalición PSOE-UP hace aguas. Hay turbulencias.
Preocupación en la izquierda por el avance de Marie Le Pen en Francia, porque Vox está en el Gobierno en Castilla y León, y por lo que provoquen las elecciones andaluzas convocadas. Inquietud en Europa. En España patente en lo declarado por la ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, cuando buscaba la gresca contra Feijóo hace unos días: Mientras en Europa la derecha pone cordones democráticos a la ultraderecha, el PP la abraza.
Los Técnicos del Ministerio de Hacienda, Gestha, avalan la propuesta para deflactar el IRPF, tras la propuesta que ha defendido el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ante el Comité Ejecutivo Nacional del partido. De esta manera, los técnicos respaldan la medida para evitar que los contribuyentes deban pagar más impuestos sin haber incrementado su poder adquisitivo como consecuencia del aumento de la inflación acumulada en los últimos años.
El nuevo secretario general del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, ha propuesto «disminuir la retenciones en el impuesto de la renta» para devolver una parte de lo que se ha recaudado de más e «impactar esa inflación del 10%». Este argumento se trata de una auténtica barbaridad económica por las razones que voy a exponer.
Para seguir en La Moncloa, Sánchez necesita ayuda. Con su partido débil, el PSOE actual, la ha necesitado siempre. Cuando presentó la Moción de Censura. Y después. Ahora sigue necesitándola. Pero intenta conseguirla a costa de un rival, Alberto Núñez Feijóo, que puede superarlo.
Es obvio que el señor Sánchez y su gobierno no podían permanecer indiferentes ante el cambio de dirección del PP y la reacción favorable de los votantes habituales de la derecha y el centro, a esta nueva etapa que se ha abierto en el partido popular.
Estamos en el momento más difícil del siglo y con el peor gobierno de los conocidos en democracia. Es necesario, pues, buscar un recambio. El que tenemos, coalición PSOE-UP, es fruto de un reparto de poder y atenciones a intereses personales o de grupos que no fue hecho ni pensado para atender necesidades.
Es obvio que el PP necesita recobrar valores que, desde hace algún tiempo, parece que han dejado de ser imprescindibles para él. Y también pudiera ser una buena noticia el aparente sentimiento de unidad que se advierte en torno a la elección del señor Alberto Núñez Feijoo, una persona en torno a la cual se ha creado una rara unanimidad de las bases del partido y de sus máximos responsables.
Entre el 31 de marzo y el 1 de abril de 1990 se celebró en Sevilla el X Congreso en el que José María Aznar inició su exitosa trayectoria hacia la presidencia del gobierno después de que, un año antes, se refundara el centro derecha español bajo las siglas del Partido Popular. Justo 32 años después, Sevilla ha vuelto a ser el escenario de un evento de extraordinaria importancia para el partido.
En ocasiones es preciso intentar simplificar las argumentaciones, reducir las explicaciones a lo más elemental y entendible, con el objeto de evitar que lo que es palpablemente evidente quede enmarañado, oscurecido o difuminado al usar términos raros, excesivamente técnicos o innecesariamente complejos; de modo que no quede paladinamente expresado lo que uno intenta aclarar.
Mal comienzo es “apostillar” posturas políticas. Todos los partidos tienen sus “zonas” incomprendidas o mal expresadas. Ningún partido tiene derecho a “señalar”, a nadie; sí se tiene derecho a preguntar para entender y después, “decidir” Cuando digo “a nadie” quiero decir “a nadie”. Todo Partido tiene sus Estatutos. Todo Partido tiene sus interpretaciones. Todo Partido tiene sus formas. Todo Partido actúa de distinta manera.
La larga historia de un partido, como es la del Partido Popular, que viene prestando relevantes servicios a España con el esfuerzo, el tesón y la generosidad de millones de votantes y simpatizantes y miles de cargos públicos honestos y leales, no puede verse mancillada por una infantil y esperpéntica lucha interna de poder.
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