| ||||||||||||||||||||||
Este año, de nuevo, las Navidades están siendo diferentes con el aumento de la variante ómicron y la gran cantidad de contagios y contactos estrechos entre nuestros seres queridos. Por eso, no es de extrañar que muchos no se hayan podido sentar a la mesa con sus familias y amigos y hayan tenido que cancelar sus viajes. La Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU), recuerda a los ciudadanos sus derechos ante la cancelación de un viaje en estas fechas.
Algunos tomamos a la poesía como nuestra trinchera y atalaya desde donde le hemos puesto el pecho a lo que venga. Refugiarnos en la poesía nos ha permitido experimentar su poder terapéutico, su consistencia para el establecimiento de puentes intergeneracionales, interculturales e internacionales; su valor social, su transversalidad en el arte, su cimiente filosófica y los procesos autopoiéticos.
No recuerdo unas Navidades como las presentes. En mi familia las hemos vivido en una especie de autoconfinamiento. Alguno de sus miembros está padeciendo las consecuencias del contagio del “bicho” y esta circunstancia ha tirado por la borda todos los planes para la celebración de las fiestas navideñas “como Dios manda”. Aunque este año nos las ha enviado “mandando de otra manera”. Ya vendrán tiempos mejores.
“Nadie veía venir esto. Nadie en todo el mundo. ¿Quién lo vio venir?”. El presidente Joe Biden utilizó estas palabras para referirse a la irrupción de la variante ómicron del Covid-19. De hecho, mucha gente la vio venir. Especialistas de la salud y activistas de todo el mundo han estado advirtiendo durante más de un año que mientras gran parte de la población mundial permanezca sin vacunarse, es seguro que variantes más agresivas del virus persistan y se desarrollen.
A lo largo de los casi dos años transcurridos desde que descubrieron la presencia del virus Covid-19 en nuestro país, se han venido produciendo diversas alternativas en nuestro ánimo. Desde los sanitarios, los investigadores, los políticos y los medios de difusión se han enviado constantemente mensajes. Unos de ánimo, otros de esperanza y, los más, de advertencias contradictorias nacidas de la ignorancia, el autobombo y las ganas de “empreñar”.
Les tuve que contar la historia, esa es la misión. Veamos. Los hermafroditas siempre son capaces de reproducirse, mientras que algunos intersexuales no siempre son capaces de reproducirse y pueden ser infértiles. El coronavirus es hermafrodita, se reproduce por si solo, y se presume, que, desafortunadamente nunca va a desaparecer, es pariente (s) del espíritu y la muerte. El coronavirus se entierra solo.
Todos hemos vivido en nuestra vida, a consecuencia de la vacunación, nuestro primer contacto con las dichosas agujas con las que nos amenazaba el personal sanitario. En mi lejana infancia se estaba comenzado a poner en marcha el calendario de la vacunación. Aún recuerdo con pavor la llegada del “practicante” a la casa a fin de vacunarnos.
El segundo año de pandemia ha empeorado de manera generalizada las tasas de supervivencia empresarial. Esta es una de las conclusiones del último estudio realizado por Iberinform sobre longevidad empresarial, que analiza cada año la mortalidad de los proyectos empresariales. El deterioro se percibe especialmente entre las empresas con una antigüedad de entre cuatro y ocho años que han tenido que atravesar las abruptas caídas de facturación generadas por la pandemia.
Admitiendo la diversidad de formas de pensar como un rasgo natural de los humanos, las actuaciones diarias se producen con claras influencias comunitarias. Este carácter plural exige la consideración de las proposiciones absurdas cargadas de actuaciones antojadizas sin requerimientos ajenos.
Dicen que la vida es una serie de sorpresas. Imprevistas, predecibles o incluso premeditadas, nos marcan un camino confuso a causa de vaivenes sociopolíticos. Curtidos en sorpresas infames, las positivas nos conducen al escepticismo. Fascinación por ser los primeros en recibir las ayudas europeas, a la par que consternación por la posible incapacidad de ejecución de los mismos. No se extrañen, somos reincidentes.
La meiga gallega del Gobierno pierde tornillos a su paso. Muy torpes tienen que ser quienes votan en las encuestas para que este personaje traicionero quede en primer lugar. Claro que, eso pasa porque los otros, por quienes también se pregunta, son burdos personajes políticos, sin importancia, carisma ni prestigio, aunque sean líderes de otros partidos.
La desigualdad que durante mucho tiempo alimentó la epidemia del sida aún existe y trae consecuencias funestas, particularmente para los pueblos del sur de África. La persistencia y los impactos enormemente desiguales de esta epidemia aún vigente sirven como advertencia frente a la incipiente circulación de la nueva variante ómicron del virus de la COVID-19 por el mundo.
La enfermedad de la Covid-19 acabó con la vida de millones de personas en todo el mundo y paralizó la realización de eventos públicos y masivos que se realizaban como entretenimiento. Sin embargo, con las medidas de seguridad sanitarias adecuadas y la vacunación efectiva de la población, estas actividades sociales han comenzado a reactivarse.
Un día una pandemia viral se extendió por todo el orbe, algo impredecible que se escapaba a la miope visión que únicamente podían esbozar los ojos ante hechos que se escapaban de los parámetros conocidos e inevitablemente, la sociedad recurrió al “efecto mariposa” para intentar explicar la vertiginosa conjunción de fuerzas centrípetas y centrífugas que iban configurando el puzzle inconexo del caos ordenado que se estaba gestando.
Aunque algunos se empeñen en lo contrario, el año y medio que llevamos, ora acuartelados, ora en semi libertad, ora en libertad vigilada, -pero siempre un tanto “acongojados”-, ha conseguido recuperar en buena parte el sentido solidario, la amabilidad, lo mejor de cada uno de nosotros.
La crisis a nivel global originada por la pandemia COVID ha golpeado duramente a todos los sectores económicos siendo uno de los que más se ha visto afectado en los últimos 18 meses el turístico. Pasó de ser uno de los sectores con mayor crecimiento y mejores perspectivas a caer en la paralización total en apenas unas semanas. Esta situación llevó a miles de pequeñas y grandes empresas a la ruina
El 17% de las empresas españolas ha sufrido impagos significativos durante 2021 a pesar de las inyecciones de liquidez y los estímulos fiscales que ha recibido el tejido empresarial para paliar los efectos económicos del Covid-19. De hecho, el 40% de las empresas detecta un deterioro en los niveles de solvencia de sus clientes por el impacto de la pandemia, según datos del Estudio de la Gestión del Riesgo de Crédito en España.
El impacto económico de la pandemia ya se deja notar en casi todos los sectores del aparato productivo de España. El confinamiento y las restricciones por causa del COVID-19 han significado un descenso en el nivel de consumo de la población y esto ha tenido un impacto, especialmente significativo, en los sectores de la hostelería, turismo y gran consumo.
Nos encerraron en nuestras casas durante semanas con sendos «estados de alarma» inconstitucionales. Nadie paga por ello. Nos impusieron el bozal permanente en espacios públicos a sanos y enfermos, contra el criterio de la OMS y de multitud de gobiernos a lo largo y ancho del planeta. Omiten explicaciones, y los más nos encogemos de hombros. Declaran también inconstitucional el «cierre del Congreso» al principio del show. Y aquí no pasa nada.
En sólo seis meses ha incrementado 10 puntos porcentuales la participación de los valencianos en el mercado inmobiliario. La actividad inmobiliaria, tanto desde la oferta como desde la demanda, vuelve a datos similares a antes de la pandemia: antes de la covid-19 un 35% de valencianos participaban en el mercado inmobiliario y ahora lo hace un 34%. El mercado de compraventa ha crecido en todas las comunidades autónomas.
|