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El vocal de la Junta de Gobierno y adjunto a la presidencia del Consejo General de la Psicología (COP), Fernando Chacón, ha pedido en el Congreso de los Diputados más psicólogos en el Sistema Nacional de Salud (SNS), en los centros educativos y en los servicios sociales para poder responder a la demanda de salud mental.
Cuando forjamos una amistad con alguien lo que hacemos es generar una confianza que no encontramos en los demás. Poder abrirnos realmente y expresar cómo nos sentimos es, a día de hoy, un privilegio. Y será a esa persona a la que le contemos de verdad las cosas que nos suceden en el día, nuestras preocupaciones, nuestros miedos, nuestras rupturas o incluso, nuestros desagrados.
El final de las vacaciones puede ser un momento de ambivalencia. Por un lado, existe la nostalgia de los días libres, de la desconexión y la libertad de horarios; por otro, volver a la rutina diaria puede traer consigo una sensación de pesadez o incluso ansiedad. Sin embargo, la vuelta a la rutina no tiene por qué ser negativa. Con una planificación adecuada y una mentalidad positiva, este momento puede convertirse en una oportunidad para mejorar nuestra calidad de vida.
El regreso al trabajo tras las vacaciones de verano, lejos de ser un simple trámite, puede convertirse en una verdadera prueba emocional para muchos. Según expertos en este ámbito, seis de cada diez españoles experimentarán estrés al reincorporarse a sus puestos de trabajo, y hasta un 38% podría sufrir lo que se conoce como depresión postvacacional. Esta situación, que puede parecer pasajera, podría tener consecuencias mucho más graves de lo que se suele pensar.
Se acabaron las vacaciones y con ellas la libertad, las distracciones y sobre todo, la ilusión. Ahora comienza la rutina, los hábitos y las costumbres. Se debe volver a la vida en su máxima expresión. Lo primero que debemos hacer es organizarnos tiempo antes, es ir poco a poco, es no pensar precipitadamente en todo lo que viene, en el escaso tiempo que tenemos, en cómo se harán las cosas…
El control excesivo en una relación, como el monitoreo constante del móvil, las llamadas, o la preocupación obsesiva sobre la interacción del cónyuge con visionar contenido sexual, es un síntoma de un problema más profundo: la concepción del amor como posesión. Este enfoque erróneo del amor puede transformar una relación en una experiencia asfixiante, similar a un "campo de concentración" emocional, donde uno de los cónyuges siente que su libertad está siendo coartada.
La educación emocional es fundamental para desarrollar la capacidad de manejar las emociones de manera efectiva, y este concepto ha sido explorado en profundidad tanto en la literatura como en el cine. Un excelente ejemplo es el trabajo de Ingmar Bergman, quien reflexionaba sobre la ignorancia emocional en sus obras.
Cada uno de nosotros somos de una forma completamente distinta al resto, lo que ocurre es que habrá algunos que se dejen llevar por la mayoría para no sentirse menospreciados, pero existirán otros que, por el contrario, sigan siendo ellos mismos. Pero al hacer un balance, lo diferente puede ser raro y eso a todo el mundo le asusta demasiado.
A lo largo de la vida es inevitable que nos sucedan cosas que a veces nos gustan y otras no, pero de cada uno depende el gestionar aquellas situaciones que considera que le hacen más mal que bien. Podemos hundirnos, podemos sentirnos desdichados y sobre todo, podemos preguntarnos el motivo de por qué nos ha tocado a nosotros, pero eso no vale más que para autolesionarnos mentalmente.
Una creencia extendida y basada en la estadística es que los divorcios se incrementan a la vuelta de verano. El motivo: muchas parejas se ven obligadas a pasar juntas el tiempo del que no disponen durante el resto del año por motivos de trabajo. Es entonces cuando la convivencia se alarga y se hace más difícil mantener una relación que no atraviesa por un buen momento. Puede darse, sin embargo, la situación contraria: el verano puede ser un salvavidas para parejas en crisis.
A la hora de relacionarnos con los demás, con nuestro entorno más próximo, será muy probable que nos encontremos con diversas situaciones algunas de ellas, incómodas, a nivel de diálogo y de interpretación de esas mismas palabras, las cuales, según el estado anímico y vital, pueden incidir de una manera más o menos impactante en nuestras vidas, ya que los seres humanos no somos tan estables como quizá quisiéramos, sino que fluctuamos en un mar de emociones y sentimientos.
Me contaba una psicóloga con gran experiencia de muchos años en una clínica, que ahora tenía que hacer el máster en esa especialización, para poder seguir ejerciendo esa especialidad. En el ámbito de la psicología clínica, la formación y la actualización constante son esenciales para asegurar que los profesionales estén preparados para enfrentar los desafíos que presentan sus pacientes.
Cuando comienza una relación tenemos la sensación de que los dos integrantes tienen las mismas miras de futuro, ilusión y cimientos. Cada uno de ellos tendrá valores y ambiciones que irán saliendo con el tiempo. Y eso es porque no nos hemos preocupado demasiado en saber qué quiere el otro o porque nos han mostrado otra cara diferente a la real. Pero, llega un momento en las relaciones en el que uno de los miembros puede plantearse el hecho de querer tener descendencia.
Tenemos la mala costumbre de pensar que aquello que en un momento determinado tenemos o albergamos, será para siempre. Pensamos que nuestra vida no puede cambiar como sí que les sucede a otros. La falta de recursos, de salud, las separaciones, las custodias…, todo eso les sucede a otros, pero no a nosotros. No valoramos las cosas tal y como debiéramos hasta que un día lo perdemos de verdad.
Las pautas que emergen durante la infancia pueden ser buenas o malas, por lo que si se trata de un ambiente contaminado por traiciones, decepciones sucesivas, trampas, engaños y sabotajes, estos niños estarán en un ambiente con un alto nivel de toxicidad. Lo que puede derivar, en la mayoría de los casos, en los clásicos escenarios de prisiones mentales.
La infidelidad se presenta como uno de los desafíos más complejos en una relación de pareja. Las emociones están a flor de piel y el camino hacia la recuperación puede parecer incierto y lleno de baches. Sin embargo, la respuesta a si se puede superar una infidelidad es un rotundo sí. Aunque el proceso no es sencillo, con esfuerzo, comunicación, compromiso y, en muchos casos, ayuda profesional, es posible reconstruir la confianza y revitalizar la relación.
Todos recordamos los inicios y contactos del primer noviazgo donde la inexperiencia estaba presente, donde existían los nervios y las emociones auténticas ante cualquier suceso. Con ese primer amor, se fue formando parte de la personalidad que influirá, después, en la forma de comportarnos con otros, en la edad adulta.
¿Qué sientes cuando fracasas? ¿Cuáles son los discursos que operan en tu mente después de un momento de fracaso? Antes de comenzar, reflexionemos sobre el peso de una palabra: memoria. Se revela cuando se nos induce a recordar, directa o indirectamente, momentos importantes de nuestra vida. Cuando experimentamos choques entre fuerza y debilidad, miedo y coraje, vemos muy bien las marcas de estas interacciones.
En estos meses de calor, la vestimenta cambia de forma drástica y los complejos salen a la luz de forma disimulada. Habrá personas que lo lleven mejor y no se dejen influenciar por la estética social no importándoles lo que otros digan o vean, pero en otros casos existirá un gran grupo que sí que se sentirá avergonzado o incluso obsesionado por mostrar el mejor cuerpo posible para la llegada de esta época.
Tamara es una profesional apasionada por la danza y la psicología, cuyo camino académico ha sido una fusión de estas dos disciplinas, obteniendo la Licenciatura en Psicología en la Universidad Miguel Hernández de Elche, además de una Titulación Superior en Pedagogía de la Danza en el Conservatorio Superior de Danza de Alicante, donde no solo perfeccionó sus habilidades técnicas, sino que también exploró la conexión entre el movimiento y la mente.
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