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El hombre ocupa el área ocre de la pista. La mujer, el área aceituna. El hombre, debajo de una mesa liviana. Cerca y silencioso, un enanito disfrazado de enanito de jardín. El haz del “buscador”, quieto, lo ilumina. Se enloquece. Se pasea por el área ocre. Se detiene en el hombre: Romeo, el italiano. Habrán de imaginárselo: candor.
En el finísimo camino del hilo casi invisible / la araña desafíala terca gravedad y la engañosa distancia, / el hierro se desgastacon el frotar de la ventana, / casi una imperceptible sinfonía endulza el ambiente / cuando el viento transitaentre las grietas de la madera, / al mismo tiempo, / dos enamorados entregan su saliva el uno al otro / como si fueran enfermos recibiendo una transfusión.
El intrepidísimo navegante solitario, boca abajo sobre una tabla que en absoluto es más que la tabla de una mesa, con brazos y piernas abiertos y extendidos y, sin rigor, usando estos miembros a modo de remos, surca la inmensidad del océano. Se divierte, hace ruidos con la boca, farfulla.
Placita de barrio. Chicos potreando cerca del tobogán y las hamacas. Sol. En un banco sin respaldo un hombre viejo sentado. Ojos-claros, cejas-espesas, nariz-aquilina. En el mismo banco una mujer vieja sentada (una “pasita”, toda de negro y con pañuelo en la cabeza). Ella hacia un frente (el césped); él al lado, de espaldas, hacia un sendero.
“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre…” fueron las últimas palabras antes de que el interruptor cruzara la línea entre la inactividad y el punto de acción. Después todo fue luz.
Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, el Ayuntamiento de Parres, Asturias, a través de la concejalía de Igualdad, convoca el I Concurso literario para mujeres 'Memorial Gloria Velasco', en reconocimiento a la figura de María Gloria Velasco Blanco, primera mujer de Parres que ejerció como alcaldesa del concejo.
Se demoraba en la colación de los productos. Ajustaba los huecos en las bolsas de modo que el pan de molde no se aplastara, los tomates no se magullaran y los huevos llegaran a casa ilesos. Aprovechaba ese tiempo elástico para soltar alguna frase pretendidamente ingeniosa que llevaba toda la semana preparando.
Ósipov es uno de los escritores rusos contemporáneos que ocupa los anaqueles de las librerías en nuestros días. La literatura rusa, en la actualidad, parece un tanto olvidada como consecuencia de los tentáculos censores del régimen de Putin. En su último libro, titulado Kilómetro 101 y editado por Libros del Asteroide, el autor, a través de una selección de relatos, refleja sus experiencias como médico en una pequeña ciudad de provincias.
La masa frita preparada por la abuela siempre tuvo un sabor insuperable. Los buñuelos se desintegraban con el simple hecho de tocar labios y saliva. Lo curioso es que a pesar de que se deshacían sin mayor resistencia, las frituras producían un crujido irreproducible.
Ella sabe que difícilmente llegará a tiempo. Son casi seis menos veinte y, si el tráfico vehicular no presenta ningún inconveniente, arribará a su destino veinticinco minutos después de la hora acordada. Sabe que por más desesperación que le invada, ésta no cambiará la velocidad del microbús que a duras penas le brindó pocos centímetros de uno de los estribos traseros.
El rumor golpeó con fuerza la vivienda de José. Se levantó de inmediato y abrió la puerta. Se trataba de un muchacho huele pega de las inmediaciones de la estación del ferrocarril.
La primera historia, y la más importante para mí, es la del reverendo Juan Huguet y Cardona, sacerdote del pueblo menorquín de Ferrerías asesinado en la guerra civil española por Pedro Marqués, brigada del ejército republicano. Tenía 24 años y llevaba solo un mes en esa parroquia.
La fresca y pimpante criatura uniose en matrimonio a Feliciatti tres largos años antes de prendarse de Valentina. Con él tuvo gemelos robustos. Dejose destinar para Feliciatti por su padre, a quien también su esposa había sido destinada por el suegro. De blanco frente al altar, con todos los permisos y plácemes familiares recibidos, sociales y religiosos otorgados, regodeose por vez primera imaginándose a solas con Feliciatti.
Al principio del proceso de gestación, le ocasionaba inconvenientes diversos a su mamá, tenues y vulgares. El parto fue normal, y en la cama matrimonial de sus papis: borroso don Lacio, ya un provecto, y Catalina. A Andresito lo antecedieron Gustavito, luego el robusto adolescente Gustavo, y Luisita, recibida precozmente de ingeniera civil y con promedio distinguido.
Siempre fui egocéntrica, y vanidosa. Odiaba tener que sacrificar horas de mi vida para oír a la gente. Me amparé en la excusa de que era tímida. Y me compraba libros porque en ese caso yo elegía qué quería saber y por qué destino ir.
Alice Munro, escritora canadiense (Wingham, Canadá, 1931) que recibió el Premio Nobel de Literatura de 2013, es autora de este libro, su primera colección de relatos publicada en 1968, cuyo tema principal gira alrededor de la figura femenina, aunque vista desde diferentes ángulos. Esta obra cuando fue publicada en 1968; obtuvo el Governor’s General Award for Fiction.
“...me acerco, casi en el cruce con Maipú, y digo que me gustaría saber si tengo alguna chance. Suspende la mirada mientras me oye. Se detiene toda. Transido parpadeo ante la aparición incuestionable de súbita trompita. Gira la cabeza hacia mí. Comienza a pesquisarme desde la barbilla..."
En primer lugar, me prendé de la portada de ‘Herencias de invierno. Cuentos de Navidad’ (Páginas de Espuma); después, de los relatos y la prosa de su autor, Pablo Andrés Escapa (Villaseca de Laciana, León, 1964). Más tarde comprendí que tenía entre mis manos un singular libro de cuentos. Son relatos excelentes en esencia, bellos, aptos para ser leídos a lo largo de los doce meses del año, sazonados con una justa dosis de inocencia.
Hace 41 años sucedió. En parte les voy a relatar detalles de mi estadía en el hospital en el año 1982. Al discurrir estos breves datos podrán descodificar a su (s) mejores estilos lo pertinente. La mente me orientó, me exigió, me condujo para que no quede en el olvido semejantes realidades, a hacer un recorrido desde cuando fui internado en el hospital de la capital de Managua-Nicaragua, en el año 1982 el 19 de octubre.
Esta breve historia, como muchas que les he relatado, son un o mi libro abierto. Para mí es un nuevo comienzo en el tiempo, y quizás, es parte del futuro de las nuevas generaciones. Habrán momentos, en el desplazamiento de su (s) lectura, que el lector tendrá que hacerse algunas imaginaciones.
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