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Creo que se trata de una consecuencia de la enfermedad que una vieja amiga mía denominaba como la PV (puñetera vejez). Los síntomas comienzan a aparecer misteriosamente, en la medida en que el número de velas que soplamos en nuestro aniversario impide su colocación en una tarta de tamaño respetable.
Aunque la esperanza de vida en España ronda los 83 años, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), al 68% de los españoles les gustaría tener una vida más larga. Concretamente, les gustaría vivir hasta los 101 años. Estas ganas de vivir más aumentan en el 58% de los españoles que, además, considera estar preparado para ello, según las principales conclusiones del estudio “Longevidad: ¿estamos preparados para una vida feliz, larga y saludable?”.
Por primera vez, el pasado jueves, no me enfrenté a mis conclusiones y pensamientos. Me encontré incapaz de encararme con la pantalla en blanco de mi ordenador y plasmar mis impresiones sobre la vida y milagros de los mayores, jubilados, pertenecientes a la tercera edad, veteranos… o como queramos llamarles.
Una casita en la aldea para mis años de vieja cerca de donde estoy...
La Organización Mundial de la Salud advierte que el riesgo de abuso de los mayores aumenta proporcionalmente al envejecimiento de la población; un dato relevante si tenemos en cuenta que para 2050 se calcula que 2.000 millones de personas tendrán más de 60 años, superando así al número de adolescentes y jóvenes de entre 15 y 24 años.
Edad cuando el proceso fisiológico común en todos los seres humanos produce cambios físicos, psicológicos y sociales, normalmente es considerado vejez o tercera edad, es el momento donde muchas personas sufren un punto de inflexión en sus vidas. Helen Hayes dijo: los años más duros de la vida son los que existen entre los diez y setenta años.
Buenos días, era la orden del nuevo día. El anciano y su literatura, forman parte del distintivo café que degustan por la tardes. La gran experiencia de la vida. Desde ese tiempo, se alquilaba una cuartería de madera, en donde, el o los ancianos, nacieron en vejez y se hicieron hombres jóvenes, con sus tremendos diálogos por las tardes y la suculenta taza de café con pan y mantequilla.
Durante una gran etapa de mi vida, especialmente a partir de mi jubilación unida a la redacción de una tesis doctoral sobre los mayores, he intentado evitar la descripción de una situación vital como la de “vejez”. He utilizado todo tipo de pseudo sinónimos que intentaran suavizar la realidad: “mayores”, “tercera edad”, “segmento de plata”, etc. Todo ello para evitar la cruda y maravillosa realidad. Los de mi quinta somos viejos.
Uno de los procesos que indican el deterioro propio de la edad es el padecimiento de esas enfermedades, que han existido desde siempre, pero que la medicina moderna ha determinado con exactitud. Ayer se celebró el día de los enfermos de Alzheimer. Esta dolencia fue observada, descrita y diagnosticada en los primeros años del siglo XX por el doctor Alzheimer y un equipo de neurólogos que investigaban en un laboratorio alemán.
Supongamos que después de haber sustituido todas las piezas defectuosa del cuerpo y esta persona “reconstruida” pueda vivir 150 años, después, ¿qué? “Está establecido que los hombres mueran una sola vez” (Hebreos 9: 27). “La paga del pecado es la muerte” (Romanos 6:23). “Ya que todos hemos pecado!” (Romanos 3: 23). Conclusión: todos moriremos. Nadie sobrevive a su generación.
El vocablo abuelo vendría del latín avus o aviolus y del árabe abu que significa padre. Los abuelos son la madre y el padre de uno de los padres de una persona. Y las experiencias familiares nos dicen que estas personitas están encantadas con ellos.
Me parece muy oportuno el resaltar esta fecha en este año en el que el lavado de manos nos está permitiendo a muchos huir de la pandemia del Covid 19. A ver si de una puñetera vez lo erradicamos. Lo malo es que los responsables de solucionar el tema se siguen lavando las manos como Pilatos y largándole el problema a “los otros”. Esto no tiene enmienda.
Les pondré un ejemplo. No he conseguido superar el temor a entrar a un café para desayunar o comer con mi familia más próxima en un restaurante. Por otra parte toda la actividad que hacemos los mayores como voluntarios se ha visto interrumpida al considerarnos “población de riesgo”. Que lo somos.
Es evidente que el hecho de envejecer, de conseguir cumplir años, de mantener un estado de salud aceptable y, a la vez, conseguir una calidad intelectual, si no óptima, algo muy difícil de mantener, al menos que nos permita mantener una calidad de vida aceptable; no es mérito de la persona sino que será designio de la Providencia, para aquellos que creemos en el más allá y del Sino para los que piensan que, en esta vida todo se acaba y no hay trascendencia alguna.
Hoy día la Humanidad se ve asediada por un afán incontrolable de consumo. El ansia incontenible de nuestro modelo de producción ha hecho posible que se implante la cultura de “usar y tirar”.
Los años pasan y la vida va cambiando poco a poco, las personas nos hacemos mayores y se va perdiendo movilidad. Pero hay que tener muy claro que la pérdida de movilidad no es algo que afecte solo a las personas mayores, cualquier persona en algún momento de su vida puede ser susceptible de poder sufrir pérdida de movilidad.
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