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Hermanos: Desde hace unas semanas vengo reflexionando sobre la forma en que el COVID-19 va afectar a nuestras vidas, más bien desde un punto de vista positivo. Porque resaltar que estamos ante el caos mundial y que el mundo se acaba, eso ya se lo dejo a los profesionales de los “coronabulos” y a los que quieren aprovechar para rascar votos a cacerolada limpia.
Durante las últimas horas hemos sabido que el gobierno ha vetado las rebajas en las tiendas físicas. En concreto, la disposición adicional de la orden publicada en el BOE el sábado pasado les prohíbe “anunciar o llevar a cabo acciones comerciales que puedan dar lugar a aglomeraciones de público”.
Dice el diccionario, en una de sus acepciones, que piedra angular es: “la base o fundamento principal de algo”.
Ahora que Halloween está a la vuelta de la esquina, el terror no solo ha tomado las calles, también la red porque ¿hay algo que dé más miedo que no saber lo que Internet conoce de nosotros? ¿Qué información guardan y almacenan?
Siempre se ha dicho que son pocos los que viven de la novela pero muchos los que viven del cuento. Cuentos son los anuncios programáticos de los partidos que nunca sabrán cómo llevarlos a cabo, pero mientras dura la legislatura, (vida y dulzura), cobrarán sustanciosos emolumentos y que me quiten lo bailado. Si se tratara de efectuar un servicio patriótico no retribuido ¿habría codazos por entrar en las candidaturas?
Según el estudio Deskless Workforce 2018 de Emergence, el 80% de la fuerza global del trabajo es “deskless”. Se trata de aquellos empleados que no hacen su trabajo frente a un ordenador. Pese a representar a la mayoría de la fuerza laboral, en pleno 2019 este colectivo sigue sin disponer de herramientas digitales para comunicarse con empresa y compañeros de trabajo.
Sin duda alguna, los nuevos avances tecnológicos con los que contamos en la actualidad para comunicarnos con las demás personas, juegan un papel fundamental en la vida de todos, ya que gracias a estos nuevos softwares o apps, podemos entrar en contacto con prácticamente cualquier persona sin importar en qué parte del mundo se encuentre.
Ayer la noticia era que Whatsapp ha dejado de ser seguro, como si alguna vez lo hubiera sido. Desde que se ha conocido que somos vulnerables muchas personas han descargado la actualización para estar a salvo, en lugar de desinstalar la aplicación. Otras personas, las más solitarias, han aprovechado la oportunidad para mantener su versión vulnerable con la esperanza de que alguien le llame para instalar el spyware y tener un poco de compañía.
Hermanos: seguramente sois usuarios de WhatsApp y estaréis en varios grupos de chat. El de los amigos de cuadrilla, el de la familia, el de antiguos alumnos de tu colegio…
De modo general, el balance es positivo. Sirve para una mejor comunicación, ya que lo escrito no está sujeto a tantas imprecisiones y errores como el lenguaje hablado de forma general.
Es fácil reconocer que la comunicación entre padres, alumnos y colegio es el eje fundamental de cualquier gran escuela. Lo que no es fácil es identificar qué canales de comunicación deben utilizarse y cuándo es correcto hacerlo para llegar a sus audiencias.
Los rumores se han hecho realidad. Facebook anunció el pasado mes de enero la llegada de WhatsApp Business, una herramienta con la que las empresas podrán contactar con sus clientes y, en un futuro, automatizar este tipo de comunicaciones a través de bots.
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