Finalmente la militancia del Partido Popular se escoró hacia el extremo de la derecha. En la lucha por la Presidencia del partido venció Pablo Casado, y Soraya Sáenz de Santamaría quedó relegada, junto con sus fieles, a la situación de meros espectadores de la política que, para volver al poder, quiere llevar adelante el nuevo y flamante presidente, al que si fuera torero le anunciarían en los carteles bajo el nombre de “El niño del máster”. Venció la política escorada al extremo de la derecha, la política preconizada por José María Aznar que ha vuelto a aparecer como “padrino” del nuevo Presidente del partido de la gaviota carroñera. Y perdieron los tecnócratas de Rajoy, representados por la que hasta hace unas semanas era Vicepresidenta del Gobierno del Reino de España, y, durante un tiempo, Virreina de Catalunya en virtud de la aplicación del tan traído y llevado artículo 155 de la Constitución.
La captura del voto de la derecha más extrema, Vox por ejemplo, es muy competida en estos momentos, y así lo han entendido los compromisarios que han llevado hasta el sillón más alto de la calle Génova a Pablo Casado. El PP ha visto cómo elección tras elección ha ido perdiendo votantes que le han abandonado para echarse, sin condiciones, en brazos de Albert Rivera y Ciudadanos. Ahora en la lucha por recuperar el voto perdido tienen que situarse a la derecha de la extrema derecha que representa Ciudadanos. Y lo harán, no me cabe ninguna duda. El problema lo tendrá Aznar que ahora es el “padrino”, en el buen sentido de la palabra, de dos políticos que tienen que competir entre ellos para muñir la vaca de los votantes más escorados a la derecha, de aquellos que, siguiendo las consignas de la Brunete Mediática, las televisiones generalistas y la togada Brigada Aranzadi con Llarena y Lamela al frente , siguen entonando el grito de “a por ellos” mirando hacia Catalunya. ¿Cuál de los dos candidatos alcanzará los favores del “padrino”?. De momento, Casado horas después de ser elegido ya se entrevistó con Aznar, y Rivera dice que el PP y Ciudadanos no son competidores. Y es cierto, ambos representan la sociedad española más carca, retrograda y escorada al extremo derecho de la política.
Catalunya da votos en España, hay un vergel de votantes, unos por ignorancia, otros por interés y algunos por odio hacia todo lo que suene a dialogo entre España y Catalunya que pueden ser recogidos, también los votos de la extrema derecha y organizaciones fascistas, por Pablo Casado. Y lo sabe. Su primer discurso fue monotemático, atacar a Catalunya fue el medio para obtener votos entre un electorado español que sólo tiene en su mente la sagrada unidad de España. Que el PP sea un partido con cerca de un millar de imputados por corrupción, generalmente, no les importa. Que el PP reformara la sede de la calle Génova con dinero negro no les importa. Que el PP tenga ya en prisión, con condena en firme, a varios de sus directivos no les importa. Que el PP haya sido condenado por los Tribunales por haber financiado ilegalmente y con dinero negro diversas campañas electorales no les importa. Todo eso no lo dice la prensa escrita de Madrid, ni alguna de Barcelona, tampoco lo dicen los noticieros de Tele 5 i Antena 3, y sus cadenas subsidiarias. Y tampoco lo dice el nuevo Presidente del partido, Pablo Casado, que en su primer discurso no dijo una palabra sobre todos los cambalaches y chanchullos que su partido lleva a cabo desde hace años. Y para los votantes del PP lo que no se dice no exite, o tal vez es que muchos votantes del PP piensan como los dirigentes de este partido y lo único que sienten es envidia por no poder hacer ellos los mismos chanchullos y cambalaches.
Con Pablo Casado no hace falta una Marine Le Pen, ya está él para azuzar a las masas contra la emigración, tampoco hace falta resucitar a Franco, ya está él para inventarse nuevas penas en el Código Penal contra “rojos y separatistas”, tampoco un nuevo Don Pelayo, los españoles de bien ya le tienen a él, que se encargará con sus mesnadas de “reconquistar” Catalunya enviando al exilio, así lo dijo hace unas semanas en la puerta de la comisaria, de triste recuerdo, de la Vía Laietana barcelonesa. Y por si fuera poco quiere hacer de Catalunya una “Tabárnia” donde reine la bandera rojigualda, tan sólo se hable “la lengua del Imperio” y sus habitantes por decreto se pasen el día cara al Sol cantando y con una camisa nueva.
Los que se sentían huérfanos de un partido de extrema derecha con historia ya tienen su banderín de enganche: en el Partido Popular serán bien acogidos. Y si no encuentran los exámenes que hicieron para terminar en pocos meses la carrera no se preocupen. A Pablo Casado eso le parece normal, lo mismo que confundir la Universidad de Harvard con una academia de Aravaca.
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