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María, la doncella elegida

En aquellos días la docencia estaba influenciada por la situación política: educación para una buena convivencia y orientación profesional para un equilibrio personal
Ángel Alonso Pachón
martes, 3 de agosto de 2021, 09:42 h (CET)

Hace bastantes años, allá por los 60-70, impartía lo que se conocía como docencia, en un importante colegio religioso de la capital. En aquellos días la docencia estaba influenciada por la situación política: EDUCACIÓN PARA UNA BUENA CONVIVENCIA y ORIENTACIÓN PROFESIONAL PARA UN EQUILIBRIO PERSONAL. El sistema educativo, el que yo practiqué, estaba basado en la REFLEXIÓN y en la DEDUCCIÓN…, la MEMORIA en los libros.


Cierta semana, la dirección me pidió, por favor, si podía hacerme cargo de unas clases de religión, por ausencia del titular; me pareció normal y con gusto accedí. Conocía a los alumnos, eran los mismos de mis clases de literatura, latín y griego. Adolescentes en plena ebullición. Como era una tarea provisional, les propuse dedicar las clases a dialogar sobre diversos temas relacionados con la EDUCACIÓN RELIGIOSA. Propuse un tema un poco crítico: “¿Por qué se debe respetar y admirar a MARIA, madre de JESÚS?”.


Les mostré diversas estampas de la Virgen María, más o menos bonitas (según el gusto de aquella época) y les pregunté: “Fijaos, recordar los pasajes del Evangelio en los cuales María aparece y después: pensar, relacionar y responder a la cuestión planteada".


Después de unos momentos, comenzaron las intervenciones:

Porque… “Jesús la reconocía como su madre”… “María, intervino en el pasaje de las bodas de Caná, en favor de los invitados”…, “María, estuvo al pie de la Cruz”…, “Porque es representación de la devoción popular más extendida”…


Yo, me quedé mirando al techo; conociéndome, algo se temían: “¡Chavales, vais a lo fácil, avanzadilla del Siglo XXI!. Situaros en Nazareth, ciudad de Galilea, hace 2.000 años. María, una chica joven, comprometida con su pareja, un chaval llamado José. Pensar cómo, antiguamente, se consideraba a cualquier chica soltera o comprometida si se descubría que había tenido relaciones de tipo sexual con personas no comprometidas con ellas… Pensar”.


“Hoy, años 70, siglo XX, en nuestra España, es difícil que se acepte a una chica joven, situada en cualquier pueblo de interior, que haya tenido relaciones y que, además, haya quedado embarazada… Pensar”.


“Hoy, siglo XX, podría salir del pueblo, ir a la ciudad, buscar refugio, consejo y hasta ayuda para abortar clandestinamente; pero ¿hace 2.000 años?”.


“Volver a situaros. María estuvo en la misma situación. Misteriosamente quedó embarazada. Su prometido no tenía ni idea y además, ella, prudente, no se lo había comentado. En el pueblo corrió el rumor que María, la del carpintero, estaba en cinta… “


“¿Qué hacer?, ¿buscar trabajo y hogar en otro lugar?, ¿esconderse, aislarse?”


“¡Chavales!, María era una chica joven, un poco mayor que vosotros. María tenía su personalidad, sus creencias, su voluntad libre. Ella, nadie más, sabía que había recibido un mensaje, una promesa, un proyecto de aquella Persona, que reconocía como EL SEÑOR.”


“María, calló. No busco argumentos de defensa. Sólo José, su compañero, tenía derecho a dudar y derecho a conocer los motivos de la situación”. “María, tomó la decisión de SER ELLA; tomo la decisión de CREER, de DUDAR, de SUFRIR en silencio; tomó la decisión de SER MUJER RESPONSABLE, LIBRE y FIEL A SUS CREENCIAS.”


“¿Qué decís, ahora, chavales? A María se la debe respetar y valorar como MUJER CONSECUENTE. En el aspecto religioso, también hay que venerarla por el gran ejemplo de fidelidad a su Señor.” “Ahora, chavales, coger las estampitas, hacer un pequeño trazo que cubra los colorines y encima escribir: ¡GRACIAS, MARÍA!”


Esta fue mi explicación didáctica en una clase de religión. Los alumnos, salieron al patio a jugar; alguno, quizás, pensaría.

A mí (años 70) me llamó un sacerdote, conocido y amigo. Muy serio, me comentó:

“Ángel, es muy grave lo de ayer; el coloquio sobre la Virgen María no estuvo dentro de la ética cristiana; parecía que se dudaba de la pureza de nuestra Madre; has rayado la moral cristiana y además ante un grupo de alumnos; queda usted advertido… no se le permitirá dar ninguna clase más de religión y se le ruega evitar comentarios y valoraciones de índole religioso” (años setenta de la era de…).


Me quedé estupefacto. Yo era religioso, creyente, devoto… pero, parece ser, que pertenecía a la “avanzadilla” del Siglo XXI. Reconozco que lloré y, a mi estilo, esa noche hablé mucho con María, mi Madre. (Ella, se enfadó conmigo por haberme callado ante el sacerdote. Me regañó porque, a veces, los silencios otorgan). Al final, como MUJER avanzada, me dio un empujón y me animó a decirle dos cositas a ese sacerdote (pero no te pases Ángel, que te conozco).


Esta anécdota no salió de mí, ni del entorno de mi esposa, Amparo. Pasados unos años, en la calle (expulsado), por ser como me dijo mi Madre, la llamé y muy enfadado le comenté el tema.

Ella, riéndose me respondió: “¿Por eso te asustas, Angelito?... Vosotros, ahora, por lo menos, tenéis Sindicatos…” “¡Anda, hijo, comienza a buscar trabajo!”… en voz baja (“no te preocupes”).


Seguiremos arañando anécdotas de aquellos maravillosos años, donde todo era bonito, porque casi no pensábamos.


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