Alguien me ha hecho notar que mis últimos artículos están marcados por el pesimismo. He reflexionado sobre ello y quizás tenga razón. Mi visión de la actualidad está encuadrada dentro del esquema de derecha e izquierda y quedo descolocado al comprobar que la derecha está cada vez más lejos de los valores que informan mi vida.
Pero seguramente mi error nace de que los partidos políticos, ya sean de derechas o de izquierdas, no defienden los valores cristianos, salvo cuando le conviene, o puedan tomar de ellos los aspectos más folclóricos de lo religioso.
La democracia en la que vivimos, de carácter liberal dicen, es una permanente lucha por el poder para utilizarlo en beneficio propio, bien de sus ansias de mando o de su grosero egoísmo para medrar a costa del presupuesto. Los principios cristianos que consisten fundamentalmente en amar al prójimo como a uno mismo y a Dios sobre todas las cosas, no tienen fácil encaje en el esquema de democracia liberal con tendencia al poder absoluto, caiga quien caiga.
He pensado en los primeros cristianos tratando de extender la buena noticia del evangelio de Jesús en el viejo imperio romano de emperadores endiosados y un pueblo que clamaba por los espectáculos de circo y una vida licenciosa.
Los valores que predicaban los apóstoles resultaban tan incompatibles con la política del imperio que produjo persecuciones y martirios. Muchos cristianos acabaron en el circo devorados por las fieras. Pasaron siglos hasta que consiguieron ser reconocidos y gozar de derechos, gracias a la paz de Constantino. Aunque pronto comenzaron los problemas de las herejías que dieron lugar a interminables luchas. Llegó a decirse que la sangre de los mártires fue semilla de nuevos cristianos, aunque tuvieran que refugiarse en las catacumbas.
Hoy vivimos en otra clase imperio, el de los organismos internacionales, manejados por poderosas fuerzas ideológicas y económicas, que no parece que estén por la labor de aceptar los principios del evangelio de Jesús, más bien pretenden que las personas e instituciones que representen lo cristiano acepten sus ideas y por desgracia hay bastantes, personas y colectivos, que por no ser motejados de atrasados, tratan de hacer compatible el mensaje de Jesús con todas las barbaridades que se presentan como progresistas: derecho a abortar, derecho a elegir su propio sexo según la ideología LGTBI, divorcio fácil, nada de fidelidad ni de continencia ni de castidad, nada de familia estable, droga etc.
Seguramente estamos en una época difícil, pero contamos con la promesa de Jesús de ser salvados si resistimos. Hemos comenzado el tiempo de Adviento y en lugar de preparación para el nacimiento de Jesús en Belén se nos ofrecen grandes iluminaciones y el problema de si será o no posible reunirse para la cena de Navidad por mor de la pandemia, las vacunas, las mascarillas, etc. etc.
Empecé hablando del pesimismo y seguramente me dirán que sigo pesimista, pero he subido de nivel. Mi pesimismo no es que la derecha haya dejado de asumir los valores cristianos, sino que el sistema, en su totalidad, quiere organizarse y vivir bajo valores que nada tienen en común con el Evangelio.
Quizás no nos echen a las fieras, pero tampoco bien recibidos. Si llegamos a ser perseguidos por ser cristianos habrá que volver a las catacumbas.
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