Ante la situación causada por la variante Ómicron en Europa y en el resto del planeta las alarmas han saltado. Es tan contagiosa como el sarampión. Puede haber un tsunami de contagios entre los no vacunados en las próximas semanas y meses. Otra complicación añadida es que contagia también a los vacunados y a los ya reinfectados. Parece la tormenta perfecta, por desgracia. Y lo peor es que pueden surgir otras variantes que pueden ser más contagiosas todavía, con lo que la situación puede llegar a ser horrible. El pasaporte Covid no es la panacea por lo explicado anteriormente.
Que el Gobierno central de España no quiera parar la economía, es entendible pero no está justificado, en mi opinión, porque es más importante garantizar una buena atención sanitaria a toda la población y salvar vidas. Esto debe ser lo prioritario y no lo está siendo.
Los centros de Atención Primaria ya están desbordados por el aumento de las personas contagiadas en nuestro país. La situación es de colapso, por falta de personal médico y administrativo. Las hospitalizaciones suben, de modo tremendo, por causa del coronavirus y es preciso que las autoridades se den cuenta de que es necesario atender a otros muchos pacientes que padecen otras patologías que, en muchos casos, no pueden esperar. Es una cuestión de vida o muerte. No es un juego.
La vacuna contra el Covid debería de ser obligatoria y, por tanto, universal. Mientras que en los países ricos les están sobrando vacunas a punto de caducar, en continentes como África necesitan millones de vacunas, es lamentable que se echen a perder una gran cantidad de dosis. Hasta que no esté toda la población mundial vacunada en un 90 o 95% no habrá salida del túnel del coronavirus. Esto puede parecer utópico, pero puede ser una realidad en los próximos meses y años. Ya que irán surgiendo nuevas variantes o cepas cada tres o cuatro meses aproximadamente, que serán cada vez más resistentes a las vacunas y más contagiosas. Entraremos en un bucle negativo desesperante. Esta no es la forma de acabar con la pandemia.
Con las vacunas no es suficiente. Hace falta la distancia social, el confinamiento parcial o total, el toque de queda y otras medidas similares para cortar la expansión masiva de los contagios. Se están poniendo parches y es claramente insuficiente.
Además, por si no fuera suficiente están los negacionistas que ya que lo son podrían ayudar como voluntarios en el sistema sanitario, aunque parece algo difícil por su rechazo de la realidad existente.
En realidad, estamos pagando justos por pecadores, unos tomando todas las precauciones en todos los sentidos y otros pasando olímpicamente de todas las medidas impuestas para nuestra seguridad.
Si seguimos con esta tendencia parece que tendremos problemas con el Covid durante bastantes años. En algunos países como Holanda están con confinamiento estricto por la muy alta tasa de personas contagiadas. Es lo lógico y lo que requiere la situación. No hacerlo es dejar al azar la vida de los ciudadanos.
En España los controles no deben ser aleatorios sino absolutos a todas las personas. En Israel son muy estrictos con los viajeros procedentes de otros países. Si tienen que cerrar todo lo hacen.
Mucha gente en España está muriendo por cáncer. No se puede descuidar a los pacientes oncológicos por causa del coronavirus. Por no tener respiradores en la primera fase de la pandemia han muerto varias decenas de miles de ciudadanos y esto no es admisible. La sanidad de un país no puede tolerar esto y los ciudadanos tampoco.
Se necesitan más médicos y personal sanitario de modo urgente. Si es necesario volver al teletrabajo y la enseñanza online debe hacerse, sin dudarlo, por el bien de todos. Ya estamos en 691 casos de promedio en España por cien mil personas, pero en algunas Comunidades Autónomas es bastante mayor. En mi opinión, el Presidente Sánchez debería tomar decisiones contundentes ya para atajar la expansión explosiva de la sexta ola. Y no lo está haciendo.
Si en las próximas semanas las cifras de contagios siguen subiendo, de modo descontrolado, será tarde para reaccionar adecuadamente. Es preciso anticiparse al coronavirus y no ir por detrás a remolque de los acontecimientos negativos. Es una cuestión de supervivencia, no es algo irracional. Lo que es absurdo es no tomar medidas que pueden reducir considerablemente los problemas que están sufriendo los ciudadanos españoles, con largas colas ante los centros de salud y consultas presenciales a cuenta gotas, en muchos casos.
“No vengo a insultar a Pedro Sánchez, vengo a ganarle”. La frase de Alberto Núñez Feijóo a principios de marzo de 2022, cuando los barones del PP se cargaron a Pablo Casado, es tal vez la mayor mentira en la política española desde el 11M. La campaña por derribar, al precio que sea y de las maneras que fueran, al presidente del Gobierno no tiene precedentes en la política española.
Para Pedro Sánchez, las víctimas de Paiporta y los voluntarios que se volcaron con el desastre de la localidad «son unos violentos marginales». No se imagina el presidente cómo llamamos a los psicópatas que han mostrado dejadez ante esta tragedia, además de pretender sacar rédito político al sufrimiento de los habitantes de la mencionada localidad.
Cuando en plena pandemia Donald Trump sugirió tratar el coronavirus inyectándose desinfectante y luz solar, me acordé de toda la fauna que conocí en el bar que mis padres tuvieron y donde me crie. Allí, como el expresidente de los EE.UU., los clientes sabían de todo, algo que, a mí, muchacho observador donde los hubiera, me fascinaba.