Tarde o temprano aquellos que basan en el engaño, la superchería y la mentira su forma de dirigir una nación, acaban teniendo que rendirse a la realidad porque, por mucho que sean hábiles en disimular sus errores y en ocultar sus fracasos llega un momento en el que “los números cantan y las palabras se las lleva el viento” como dice el proverbio. Y es que, por mucho que finja, se esmere en ocultarlo y cierre los ojos ante la evidencia, el señor Sánchez, precisamente en el momento del año en el que debe rendir cuentas de su gestión, se encuentra ante los ciudadanos en una posición desairada, cercado por las circunstancias que ponen en cuestión todas aquellas promesas que, sin base alguna para hacerlas, sabiendo que era imposible cumplirlas, pero con la intención de ganar tiempo confiando en su buena suerte, les hizo y que han sido imposibles de cumplir.
No hace mucho tiempo, en su último discurso a los españoles, siguió manteniendo que en España todo funcionaba a la perfección, que el Covid 19 estaba dominado, que la recuperación del país era un hecho para admiración de propios y extraños, que quienes ponían en cuestión la forma de gobernar la nación por los socialistas eran poco menos que unos traidores y que sólo sabían que decir no a todo lo que el gobierno proponía, tachando de incompetentes y negativos a los de la oposición que, según él, no cooperaban con su gobierno sólo con la intención de perjudicarlo y desgastarlo. Prescindiendo de que su mala memoria les hace olvidar como trataron ellos al gobierno del señor Rajoy y de la forma ignominiosa que cargaron contra él en todas las ocasiones en las que se vio obligado, forzado por la UE y para evitar el caer en manos de “los hombres de negro”, especialmente cuando se tuvo que hacer la famosa “reforma laboral” a la que ellos, sin consideración alguna, se opusieron, aunque el gobierno socialista anterior fue el que nos puso al borde de la ruina, con sus desatinos gubernativos.
Precisamente, un día después de que el presidente del gobierno se diera un abaño de autocomplacencia y narcisismo político, llega el Tío Paco con la rebaja, en forma de dos noticias que tiran por los suelos el triunfalismo del señor Sánchez. En primer lugar, no se ha cumplido su promesa de que a finales de este año íbamos a pagar la energía al mismo precio que en el 2018. Una mera fantasía, una forma de ocultar uno de los fenómenos que lleva camino de dar al traste con todos los planes del ejecutivo. En segundo lugar, la inflación ha dado un paso de gigante en cuanto a la previsión del Gobierno, que prometió indexar las pensiones de las clases pasivas de la Seguridad Social al coste de vida anual de cada año. No solo no lo han hecho, sino que han tenido la cara dura de aumentar sólo un 2’5% y, con ello, el señor Escrivá tuvo la ocurrencia de afirmar que se les garantizaba el poder adquisitivo, olvidándose de que han salido perjudicados, nada menos, que en un 4’2%, un porcentaje nada despreciable si se traduce en mejora de pensiones.
Pero dónde se ve el poco aprecio de nuestro presidente con respecto a la inteligencia de los españoles, es cuando se cree que nos va a hacer tragar que España está en plena recuperación económica y que, por añadidura, también está mejor situación en comparación con el resto de los países de la UE. El Finantial Times, un periódico que no suele equivocarse en sus estudios sobre la economía europea, ha hecho una encuesta en la que se han tomado las 23 naciones más importantes de la UE y las ha ordenado de más a menos según su estado de recuperación respecto a la crisis anterior: España, señores, pese al optimismo del señor Sánchez, ocupa el denigrante puesto 23 de la escala, o sea, el peor de todos. Otro engaño, por añadidura innecesario, pero que denota lo poco que le importa a nuestro presidente mentir si, con ello, se apunta una medalla que, a la larga, le pueda proporcionar votos de aquellos ciudadanos que se creen a pies juntilla todo lo que se les dice a través de la “caja tonta”.
Pero es que, abusando de la paciencia y tolerancia de los españoles, continúa insistiendo en que, el gobierno español, es el que mejor ha sabido tratar la lucha en contra del Covid 19. La flaca memoria o, mejor dicho, el vicio de mentir para camuflar los errores, graves errores que nuestros dirigentes han tenido en cuanto al proceso de la pandemia, del señor Sánchez o. la falta de cualquier otro recurso al que aferrarse para intentar vendernos que es un buen gobernante, le hace olvidar que él y su testaferro científico el señor Fernando Simón, nos mintieron descaradamente sobre la aparición en España del virus chino, nos dijeron que tendría una incidencia escasa; dijeron que no hacía falta el uso de mascarillas, pero era que no disponíande ellas para todos los españoles; han estado ocultando sistemáticamente a los ciudadanos el número real de fallecidos a causa de la epidemia; el mismo Pedro Sánchez se adelantó a decir que la epidemia estaba vencida gracias a ellos y, la misma epidemia se encargó inmediatamente de desmentirle. ¿Y ahora intenta decir que, con la declaración de inconstitucionales de sus dos estados de alarma y con el varapalo que recibió del alto tribunal por delegar una responsabilidad, que correspondía al Gobierno, en las comunidades autónomas, él y su gobierno han actuado ejemplarmente? ¡Vaya morro!
Pero, no es que estemos en condiciones de afirmar que el peligro ya ha pasado, de que el horizonte ya está despejado y que, tanto en el caso de la pandemia como en el del retraso en la recuperación, no existen indicios de que se vean posibilidades de una mejora inmediata cuando, en plenas Navidades, resulta que sigue sin que hayan unas medidas unificadas para luchar en contra del ómicron, que partan del gobierno y que no corran al albur de lo que cada autonomía, independientemente, incurriendo en la misma ilegalidad que denunció el TC, hagan de su capa un sayo y experimenten, con la salud de los españoles, sus opiniones solamente contratadas por los tribunales que, con todo el respeto por la judicatura, en materia sanitaria no nos merecen la más mínima confianza.
Pero, con todos estos temas sobre la mesa, lo único que le preocupa al Gobierno es que haya campañas que lo desacrediten, que la oposición siga criticando sus errores, que los periodistas no sigan todos sus consignas, que la libertad de opinión no se desmande, siempre según su criterio; es decir que lo que ahora tienen entre manos es ver la manera de amordazar toda crítica, de imponer la censura y de ir avanzando en el programa comunista y separatista de acabar con esta Constitución, para poder ellos mangonear la siguiente, si es que llegara a proclamarse, en la que los derechos y libertades ciudadanas quedarían en entredicho, tal y como ha venido ocurriendo en todos los países en los que la democracia no existe y el totalitarismo estatal es un hecho.
Y un comentario final sobre el empeño de la prensa vendida al sanchismo, ávida de desacreditar el capitalismo y a aquellas personas que lo defienden. Puede ser que el capitalismo, lo mismo que la democracia, no sean la mejor solución, pero si es la única forma que ha venido funcionando a través de los años. La iniciativa privada, el emprendimiento y el esfuerzo de las personas encaminado en lograr sus objetivos, el empeño en conseguir el éxito comercial y en explotar las nuevas tecnologías, siempre ha asido el motor económico de una nación, muy por encima de la estatalización de los elementos de producción, como se ha demostrado en todos los países, con la Unión Soviética al frente, que basaron sus sistema político en el intervencionismo total de la producción con sus consecuencias negativas, su excesiva burocratización, su falta de estímulos individuales y su desprecio por el afán de mejora e innovación de los que intervienen en el proceso productivo, una fuente inapreciable que debe ser tomada en cuenta y que, en regímenes absolutistas de tipo comunista, nunca han sido aceptados por encima de las rígidas reglas del sistema.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos el temor de que, con la llegada del 2022, esta España que está en la UCI política, acabe por perder lo que algunos consideramos como algo fundamental para que no se le escape el vagón de la UE. Nos preocupa sobremanera que, incluso en los pocos medios privados de comunicación que siguen manteniendo, con más o menos tropiezos, la defensa de la Constitución y las libertades individuales, se empiecen a advertir síntomas de rendición ante la evidencia de que no hay, de momento, quien pueda enfrentarse al coloso social-comunista que sigue al frente del Estado que, a la vez, siguen dependiendo de las minorías catalanas y vascas que, si tienen mayoría en sus respectivas autonomías, siguen siendo irrelevantes en lo que es el conjunto de la nación española. Pero de esto no parece que ya nadie se acuerde.
La frase que hoy acompañamos se debe a Juan Bautista Alberdi, abogado, político, escritor y músico argentino, que fue el autor de la Constitución y que dejó escrito lo siguiente: ”Es un déspota todo aquel que cree que ser opositor al Gobierno, es ser traidor a la patria”.
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