Aquella terrible noche
supo de que estaba hecha. Se sintió de carne y aire, viva y muerta.
Almas entrando y saliendo en su cuerpo, que fue perfecto, y que hoy, está tan feo.
Nadie se apiadó de la inocencia ni de la fragilidad de un ser que está solo.
Nadie quiso perdonarle "la vida", y no la matan porque: "no pueden hacerlo".
Jamás Dios permitirá que ella muera de forma violenta, porque es su niña. Dios la quiere como un tonto.
Por eso, ella ahora lucha con inteligencia, olvidando la belleza, pero sobretodo sabiendo que Dios la protegerá. ..... Dedicado al gato Pepito, de A Coruña.
|