Dos escritos recientemente publicados con solo dos días de diferencia relacionados con el periodismo. Uno, la entrevista que Víctor M Amela le hace a Antonio Scurati, publicada en La Vanguardia el 11/01/2021. El otro: “¿Todavía hay censura?, de Josep Ramon Correal, publicado en La Mañana de Lleida el día siguiente. Ambos escritos tienen que ver con la censura y la libertad de pensamiento de los periodistas de redactar lo que consideran conveniente decir.
Respecto a la censura el periodista leridano escribe: “Por lo tanto, la censura en la acepción que la define como “ejercicio del control y de la represión de los contenidos de los mensajes que se hacen públicos a través de los distintos medios de comunicación” ha pasado a la historia. Lo que todavía es vigente es la línea editorial de las publicaciones, el ideario que guía el pensamiento y la manera de interpretar la realidad de cada medio”. Es una forma de censura legítima.
Josep Ramon Correal termina su escrito de manera muy significativa: “Josep Antoni Rosell Pujol que dirigió La Mañana y el Periodicd’Andorra cuando olfateaba un artículo “problemático”, no lo leía hasta el día siguiente de publicarse. “Así no tengo la tentación de censurarlo”, decía”.
Vayamos a La Contra de La Vanguardia. El periodista entrevista a quien escribió sobre Mussolini. El biógrafo del dictador dijo a una de sus hijas: “La democracia y la libertad jamás están garantizadas”. No se equivocó. No hace falta mirar a los países del llamado Tercer Mundo. Ni fijarnos en Rusia y China. Si miramos a nuestro propio ombligo, la Europa de la que formamos parte, la cuna de la democracia, enseguida nos daremos cuenta que ni la democracia ni la libertad está garantizada. En la Italia fascista se asesinó a Benedetto Croce por haber escrito su manifiesto antifascista. En la Rusia de Putin se envenena y desaparecen disidentes. En la China de Xi Jinping ocurre lo mismo.
El desbarajuste económico agravado por el Covid-19 hace brotar el menosprecio por la Democracia. “Mejor legiones que elecciones”, decía Mussolini recordando a las poderosas legiones romanas que conquistaron a medio mundo. En el momento en que las naciones navegan en aguas turbias se despiertan los populismos que enaltecen la proclama de Mussolini: “Mejor legiones que elecciones”.
Poco a poco en la Europa democrática se van imponiendo los absolutismos de nefasto recuerdo. La razón desaparece “en favor de la violencia física. A Matteotti, opositor socialista que denunciaba los abusos de Mussolini y de los fascistas, lo secuestraron a plena luz del día en una avenida muy céntrica de Roma. Apareció apuñalado. Toda la sociedad giró los ojos hacia otro lado. Mussolini enalteció la violencia. Esto gustaba. La posesión del poder. Sin más ni más. Él se declaraba antipartidos, antipolítico…Sí, hablaba de “asaltar la historia”. Esto es más emocionante que la tediosa democracia. Y magnetizaba a la gente” (Antonio Scurati).
“En los años veinte” (del siglo XX, sigue explicando el biógrafo de Mussolini) “el parlamentarismo decayó, y los moderados como usted” (refiriéndose al entrevistador) “cayeron y fueron arrollados. El asesinato de Matteotti hizo enmudecer a los opositores…Los periodistas son los primeros en notar la atmosfera y se adaptan. Apartar a los directores de La Stampa y el Corrierodella Sera, todos ellos se doblegaron”.
La pendiente que conduce a la dictadura es suave al comienzo, poco a poco se va haciendo más empinada. Personas de apariencia sensata como Salvador Illa, de repente lo que dice hace temblar. Refiriéndose a este político Fernando Onega escribe: “Si según dice Salvador Illa, que es el embajador de la legalidad estatal en Cataluña (“no habrá ni amnistía ni referéndum), ¿cuál es el margen que queda para negociar?” La ley mordaza no se borra. El avance antidemocrático no se detiene. La mordaza no se ha enmohecido. Los hechos desmienten a las palabras.
Los populismos que se convierten en dictadura pueden borrar del mapa la prensa libre, para que quede solamente como dice Antonio Scurati: “Un solo periodista en toda Italia, el señor Benito Mussolini”, la voz del amo, la del pensamiento único, la del dictador de turno.
La memoria histórica no sirve para evitar regresar a la dictadura porque no hace personas nuevas. No proporciona el coraje que se necesita para evitar el declive de la democracia. Además, la Biblia ya nos avisa del fortalecimiento del pensamiento único porque desde la trastienda Satanás que es el rey del mal mueve los hilos para conseguir hacer cuanto más mal mejor. Tenemos que resistir a Satanás y esto solamente puede hacerse a título individual, no colectivo. Debido a ello, se tiene que tener en cuenta las palabras que Jesús dijo “a los judíos que habían creído en Él: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8: 31, 32). Se podrán perder las libertades civiles. Los cristianos que morían consumidos por el fuego de las hogueras encendidas por la Inquisición, habían perdido todos sus derechos civiles. El fuego no podía sellar los labios que entonaban alabanzas a Jesús su Salvador.
Jesús anticipando un futuro controlado por Satanàs dijo a sus discípulos: “Mas os digo amigos míos. No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada pueden hacer. Pero os enseñaré a quienes debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno, y os digo, a este temed” (Lucas 12: 4, 5). El apóstol Pablo nos reconforta con estas palabras: “Por lo cual estoy seguro que…ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 8: 38, 39).
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