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Vivimos en una democracia, el problema de la libertad de expresión es que, aunque es un derecho fundamental, a veces se enfrenta a barreras prácticas y políticas. Muchos medios de comunicación tienen líneas editoriales que reflejan ciertos intereses políticos o comerciales, esto puede llevar a la censura de opiniones que no se alinean con sus perspectivas o de sus anunciantes y seguidores.
El plan de acción por la democracia puesto en marcha por el Gobierno español me parece innecesario, por múltiples razones. Entre ellas está la posibilidad de que se limite la independencia y libertad de los medios de comunicación, que no son afines a las líneas interpretativas del poder ejecutivo. Que se reforme o derogue la denominada ley mordaza me parece bien. Otra cuestión diferente es que se intente ampliar y mejorar la información gubernamental.
Decíamos que la censura de hoy no necesita ni tijeras ni brochas. Más sutil, le basta con volcar toneladas de paja sobre la aguja de oro (la información veraz) y a su vez fomentar animadversiones contra aquellos que no comulguen con ruedas de molino. Todo esto tiene un efecto degenerativo: que la mentira consentida o compartida, sin reproches morales, impregne todo el pensamiento. Amoralidad y ausencia de reflexión crítica.
La libertad de expresión se plantea como una cuestión resuelta. Pero en este mundo traidor no hay nada resuelto ni garantizado. Al revés, parece que entramos en un periodo de arbitrarias animadversiones, tendentes al tratamiento distinto de cosas iguales. Parcelar la libertad de expresión es acabar con ella. Es problema similar al de la justicia: parcialmente aplicada (no juzgo a mis amigos y persigo a mis enemigos por los mismos delitos) que fácilmente puede degenerar en arbitrariedad.
El periodismo vive malos tiempos... ¿cuál es la razón? Es fácil la deducción : en vez de informar, se dedica a opinar. Puede ser entendible hasta cierto punto, ya que el periodista también tiene ideología. El otro día leí que algún que otro “profesional de la información” practica en su trabajo diario un activismo mercenario, y sí, está afirmación es cierta en según qué medios de comunicación afines a la izquierda política y al bando separatista.
No es función de los Gobiernos luchar contra los bulos en un sistema democrático, ya que existen las leyes y los tribunales. Los propios ciudadanos, si poseen suficiente capacidad crítica, son capaces de discernir por sí mismos, lo que es un bulo o no. En todo caso, disponen de estrategias o procedimientos, para saber si las noticias son verdaderas o falsas o si están manipuladas o tergiversadas.
Hay quien piensa aún que el de escritor es una cómoda profesión que se desarrolla entre libros y lecturas y frente a un ordenador donde van quedando plasmadas las vivencias y sensaciones del novelista. Y en cierta manera no se equivoca. Hay escritores, y muchos, cuyas novelas son adecuadamente cabales, diplomáticamente comedidas y políticamente correctas.
Para desgracia de todos, las cosas que suceden en nuestra querida España desde hace unos años, tienen ese repugnante olor a dictadura que desarrollan los regímenes que dan la espalda a la democracia, aunque sus dirigentes -para engañar a todo el mundo- presuman descaradamente de ejercerla.
En general, las normas de comunidad de las redes sociales son muy genéricas y no precisan gran cosa. De esta forma, poseen un margen de interpretación y discrecionalidad, que les permite censurar contenidos, sin ninguna justificación. La libertad de expresión y opinión existe, pero se la saltan, de forma absurda, en muchas ocasiones.
Desde las democracias de Europa hasta las naciones en transición de América Latina, pasando por los regímenes autoritarios de Asia, el contexto regional juega un papel decisivo en la actividad de la prensa. Según el último Índice Mundial de Libertad de Prensa de Reporteros Sin Fronteras, países como Finlandia y Noruega continúan liderando el listado, destacando por una prensa libre, mientras que naciones como Eritrea y Corea del Norte ocupan los últimos lugares.
Existen cuatro tipos de censura: la que uno se hace a sí mismo, la que hacen los sistemas jurídicos-políticos; los sistemas económicos, y, cuarto, las culturas-sociedades-ideologías. Nadie niega que según las grandes leyes, en la Constitución existe un panorama muy amplio de libertad de expresión, de conciencia, de culto, de pensamiento, de publicación, etc.
La libertad de expresión es un derecho fundamental que abarca las libertades de opinión, información y prensa, es esencial para ejercer otros derechos humanos y participar activamente en una sociedad libre y democrática, pero lo mismo en España que toda Europa, este derecho se enfrenta a desafíos y tensiones debido a la censura y a las restricciones.
Diario de Noticias Navarra nació el 8 de abril de 1994 como medio de comunicación de inspiración euskalzale recogiendo el testigo dejado por su antecesor ‘Navarra Hoy’ y con el objetivo confeso (según reza en su declaración de intenciones) “de ser un periódico abierto a una población navarra dinámica y preocupada por el futuro y en cuyas páginas tengan voz todos los sectores de la comunidad foral” (Nafar Guztion Egunkaria).
Los tres conceptos que encabezan este escrito son realidades que se muerden la cola. Si no se atienden en su conjunto la perjudicada es la libertad en abstracto. Sobre esta también hay que realizar una consideración pertinente: a veces es necesario tratarla en concreto, sin alcanzar vuelos filosóficos, porque de lo contrario se evaporará en la estratosfera de lo inaplicado y quizás inaplicable.
Cuando una doctrina se coloca en la cabecera social, la libertad en términos generales palidece, y, en concreto, la libertad de expresión enfila el camino de la agonía, hasta desaparecer. Hoy, la doctrina, ese conjunto de creencias que se muestran como verdades absolutas, está demasiado presente en la existencia colectiva, por lo que la libertad tiene un oscuro presente y peor futuro.
"Diario de Noticias Navarra’ nació el 8 de abril de 1994 como medio de comunicación de inspiración euskalzale recogiendo el testigo dejado por su antecesor ‘Navarra Hoy’ y con el objetivo confeso (según reza en su declaración de intenciones) “de ser un periódico abierto a una población navarra dinámica y preocupada por el futuro y en cuyas páginas tengan voz todos los sectores de la comunidad foral” (Nafar Guztion Egunkaria).
En esta Epifanía, la única revelación que me alcanza, y no sé si desde las alturas, es la evocación de una serie dirigida y protagonizada por Adolfo Marsillach en TVE, la mejor, y única, cadena televisiva de España en aquellos tiempos del tardofranquismo. La serie venía a tratar sobre la censura y acometía ser una crítica de aquel sistema que vivía sus estertores finales.
«La censura más poderosa es la que hemos interiorizado. Cuando hemos interiorizado los criterios censorios, la censura no solo alcanza a modificar el pasado, sino que moldea el futuro, moldea nuestro pensamiento y nuestra escritura», ha dicho María José Vega, profesora de Literatura Comparada en la Universidad Autónoma de Barcelona, con motivo de la exposición Malos libros, la censura en la España moderna.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) condenó otro ataque del régimen de Nicaragua contra el periodismo, tras conocer el destierro del periodista Marcos Medina y su familia, a quienes se les impidió el ingreso al país. Medina, director del medio digital Fuentes Confiables, se encontraba de visita en Florida, Estados Unidos, por un asunto médico familiar.
Unas palabras de Jesús para alertar a sus discípulos: “acordaos de la palabra que os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15: 20). Jesús como Hijo de Dios encarnado fue perseguido a muerte desde su niñez, durante su ministerio público hasta deshacerse de Él las autoridades religiosas y civiles al clavarlo en la cruz.
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