Esto dictaba la orden del día y sus propios misterios, enfilados como cerrojos. Furtivamente, la impiedad del tiempo se deslizaba, ante la necesidad imperiosa del deseo de olvidar, recordar como eje fundamental del placer de dirigir telescópicamente la pérdida, para en su momento leer infolios, con el objeto de rememorar, y a su vez olvidar, para simbolizar lo ido.
Así, era la retahíla del instante de ese tiempo que, con sus númenes del texto apolillado y terminuchos, nunca se logró descifrar si era dios, demonio o héroe. Eso sí, era algo. Así iniciaban la conversación los amigos, con un hermoso cigarrillo que saboreaban, antes de compenetrar a la casa de cultura de los muertos, y él uno al otro se argüían.
-Se proyecta en el piso la mirada del demonio y por doquier ante el alma enlutada-expresó Filiberto a José-. -No, jamás, volveré a observar eso-le señaló José-. -Mi espíritu se irá y mis huesos quedarán-inquirió Filiberto-. -Fúnebre y aire caliginoso y negras tempestades veremos prontamente venir, que,mirarán sin cesar, ni modo esa será la realidad de los vivos en vida, pero muertos, pero no enterrados respondió José-. -No te preocupes, vamos de la locura a la razón, como versión y significado, de sentencia definitiva de la realidad-replicó Filiberto-.
Así, conversaban estos amigos entre el plumaje de la vida antes de entrar al panteón y/o cementerio de la ciudad de los perros azules, dónde hacía un frío terrible, mordaz, que, era el patrimonio simbólico de la sabiduría enterrado, en dónde la notable transición, es para otro estadio del tiempo, otro universo, otro cosmos, otro todo. Este lugar anuncia el misterio, la escena reveladora y constructora de la grandeza que fue, en el entramado de la esa vida y la otra, con solemne música eternal, como noche o día de angustias, sino como gloria de la vida.
-Es omnisciente dentro del rasgo de la vida y la nueva vida-le refirió Filiberto a José-. -Amaestrado (a) para desencajar al sujeto sibilinamente, ante comprobaciones inútiles o no-acertó José-. -Pero, que son reales en cada vida, ya que, cada una tiene su razón de ser, ante inexorable destinos-profirió Filiberto-. -Jamás ha habido, ni he conocido a alguien elogiar a la locura-manifestó José-. -Pero, si la misma razón es locura para celebrar, aunque sea algo jocundo, es el mensajero, que recobra vigor en la fecundidad natural-replicó Filiberto-. -En definitiva, las sandeces, disfrazadas asoman tremendas orejas y estúpida gesticulación, que nos conducen de la locura a la razón, así es este mundo- adujo José-. -Filiberto astutamente desvió la platica expresándole a su amigo José: En este panteón quieren levantar un tipo de torre de babel con la modernidad hacia la posmodernidad. Pues, está bueno. Porque para algo a de servir. Quieren hacerlo como un centro cultural. En fin, hay que seguir viviendo, mientras respiramos. -No hay que tapar el sol con un dedo. Satanás, anda suelto, no se le pongan en el camino porque los destaza. Y los mal llamados brujos, están enganchando a sus adláteres a sus usuarios. Satanás y el brujo está en la mente. No inventen-le dijo José-.
La verdad de las cosas es que, estemos dónde estemos la vida continúa. ¿Y, si la luna llena, la disfruta el planeta o sólo en ciertos lugares? él uno al otro se decían, mientras a pasos ligeros salían de cementerio, ya eran las 6:30 de la noche. Hay mamita apresurémonos porque sino pasaremos a ser de la cultura de este panteón, al unísono arguyeron los amigos.
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