Hablar de Rubén Darío es hablar de uno de los escritores y periodistas más destacados y reconocidos de Hispanoamérica, un auténtico conocedor de las realidades sociales de América Latina y Europa. Su influencia en la poesía del siglo XX le mereció el título de “Príncipe de las letras castellanas”. Ruben Darío es considerado como el precursor del modernismo literario en América Latina.
El poeta nicaragüense Félix Rubén García Sarmiento, conocido en el mundo como Rubén Darío, nació en Metapa, hoy Ciudad Darío, en Matagalpa, Nicaragua el 18 de enero de 1867. Hijo de una pareja separada vivió la mayor parte de su infancia en la ciudad de León, criado por sus tíos abuelos Félix y Bernarda a quienes llegó a considerar sus verdaderos padres.
El amor de Rubén Darío por las letras estuvo presente desde muy pequeño. Según cuenta en su autobiografía, apenas tenía tres años cuando Rubén Darío aprendió a leer. La persona que lo introdujo al mundo de las letras fue su tía abuela, quien lo sentaba en su regazo, haciéndole llevar su dedo índice sobre las letras del abecedario. Desde pequeño recibió la influencia de grandes clásicos de la literatura, “Las mil y una noches, “El Quijote, “Los oficios de Cicerón”, figuran entre algunas de las obras que inspiraron el genio creador y su sentido poético.
Conoció otras culturas y viajó por muchos países, entre ellos Argentina, donde trabajó como periodista en el histórico diario La Nación. Como escritor, se consagró como representante del modernismo literario en la lengua castellana. Entre sus textos más reconocidos está Azul, Abrojos, Prosas profanas y otros poemas, Tierras solares, Los raros y El canto errante. Como político, fue cónsul de Nicaragua en París y formó parte de una comisión para resolver conflictos territoriales con Honduras. Se casó con Francisca Sánchez, una mujer de origen campesino, con quien tuvo cuatro hijos y tres de ellos murieron.Lamentablemente, Ruben Darío padecía el alcoholismo, una adicción que le ocasionó graves y frecuentes problemas de salud, tanto que afectaba su estabilidad mental. Rubén Darío falleció el 6 de febrero de 1916 en la ciudad de León, Nicaragua a la temprana edad de 49 años.
Rubén Darío también fue un precursor de las crónicas de viajes. “Viajes de un cosmopolita extremo” ofrece una selección de las numerosas crónicas en las que Rubén Darío compartió sus recorridos por América y Europa a lo largo de su vida. Publicadas en periódicos o en libros entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, todas ellas lograron captar la novedad en la experiencia del viaje y ofrecérsela a los lectores para que emprendieran sus propios viajes o pudieran imaginarlos.
Siguiendo un recorrido zigzagueante que lo lleva de su Nicaragua natal hacia el resto del continente y Europa, Darío hace de los diversos espacios que atraviesa ya sea un lugar de tránsito o un sitio de residencia: entre los primeros, Santiago de Chile, Río de Janeiro, Nueva York o Londres; entre los segundos, Buenos Aires o París. Pese a las diferencias que registra, en todos sabe obtener la necesaria nota de actualidad: desde los enfermos del lazareto en la isla argentina Martín García y la pobreza de los niños en Europa, hasta las exposiciones artísticas universales o el glam de la moda parisina. Darío no hace solamente de guía turístico para sus lectores, sino que se convierte en el observador transnacional privilegiado para detectar a los nuevos sujetos, así como para entender las múltiples manifestaciones de la cultura.
A través de una variada y oportuna selección de crónicas, en su mayoría poco o nada conocidas hasta ahora, Graciela Montaldo nos entrega a un Darío sensible a lo diverso, tan interesado en las novedades y en las modas como en los fenómenos del espectáculo y en las multitudes. “Darío fue un cosmopolita extremo –afirma Montaldo en el prólogo–. Y lo fue gracias a su capacidad para moverse en diferentes aguas en su intento de abarcar esa totalidad que se presentaba como el mundo moderno”.
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