Los banqueros no sienten la inflación -el sueldo de sus cúpulas sube un 5%- y 14 integrantes del Consejo de administración de Iberdrola se reparten 89.700 euros al día como si fuera sueldo. Pero los hogares españoles son los segundos en toda Europa que más capacidad de ahorro están perdiendo: nuestros salarios crecen cuatro veces más despacio que la inflación. El principal componente detrás de la actual espiral inflacionaria es el coste de la energía y el aumento del margen de beneficios empresariales de bancos y oligopolios. Por eso es imprescindible la redistribución de la riqueza.
La subida de los precios supera el 10% anual, mientras los sueldos solo han crecido entre un 2 y un 3,5%. También se han elevado las tasas de interés -el coste del dinero- que los bancos repercuten en préstamos e hipotecas. Y todo ese dinero -sustraído a las familias, autónomos, pequeñas y medianas empresas- no se evapora, los oligopolios, grandes grupos y bancos no paran de acumular crecientes beneficios.
Informes de la OCDE y de la Fundación Funcas, estiman que en España cada familia -de media- bajará su poder adquisitivo este año algo más de 2.300 €. Y según el BBVA, desde 2019 las pérdidas por unidad familiar causadas por la inflación son de 4.159 euros.
El precio de la energía es la causa principal
La clave que explica esta elevación general de los precios de las mercancías y los servicios es el coste de la energía. En 2021 la inflación en España ya fue del 6,5%. Sin embargo, si la calculamos sin incluir carburantes, luz o gas -inflación subyacente- se quedaría en un 1,7%. Así que casi tres cuartas partes de la subida de los precios son atribuibles a la subida de la energía.
Diferentes estudios concluyen que entre un 60 y un 70% de la inflación está causada por el alto precio de la energía. Solo el otro tercio se debe al incremento de la demanda mundial de materias primas y mercancías, y a los problemas de transporte, por los colapsos en las cadenas de suministros, que ha causado el parón de la pandemia. Y no ha sido debido, por tanto, principalmente a la invasión de Ucrania.
El precio de la luz está inflado por una ley europea elaborada para asegurar los beneficios de las eléctricas, permitiéndoles vender toda la energía generada (eólica, solar, hidroeléctrica, nuclear y gasística) por el precio de la que salga más cara. Además, en España con un oligopolio donde 3 compañías controlan el mercado nacional, no hay verdadera competencia, y mantienen los precios muy elevados.
La banca se apropia otra parte
La subida de los tipos de interés es a la banca lo que la subida de precios a los oligopolios. una ingente fuente de ganancias. Beneficia a los acreedores y perjudica a los deudores. Y agrava el problema de la inflación. El Banco Central Europeo (BCE) elevó el precio del dinero (tipos de interés) al 0,25% desde julio y deja abierta otra posible subida este mes. Desde agosto, solo ese 0,25 subido, para 150.000 euros de hipoteca a veinte años supondrán 1.440 euros adicionales que vuelan a la cazuela de la banca. De igual manera se encarecen los préstamos al comercio y la industria.
Y sin embargo hay margen para una subida salarial que compense la inflación. Las empresas españolas que cotizan en bolsa sumaron un beneficio récord de 64.021 millones al cierre del pasado año, y la tendencia apunta a que lo superarán este 2022.
Autónomos asfixiados, agricultores, ganaderos y transportistas soportando precios por debajo de costes. El comercio y las pymes no pueden trasladar todos sus gastos porque su clientela está perdiendo poder adquisitivo, y hasta la industria ha tenido que detener parcialmente la producción o congelar proyectos.
Medidas de redistribución de la riqueza
Apoyamos todas las medidas que palien el sufrimiento que provoca la inflación. Pero si una mayoría se empobrece es para que unos pocos se enriquezcan. Frente a la inflación y la crisis económica, podemos aplicar esta doble máxima: apagar los incendios, prevenir los incendios.
Una confiscación de salarios y ahorro y un malestar general que se acumula y necesita soluciones. Porque es posible limitar por ley algunos precios básicos. En Alemania hay control de precios en los medicamentos. En Francia se ha regulado el incremento de precios al gel desinfectante y a la electricidad de origen nuclear. Dinamarca va a limitar a un 4% anual la subida de los alquileres. El anterior gobierno griego había puesto un techo de precios al agua, café, refrescos, tostadas y bocadillos en aeropuertos, estaciones, ferris, hospitales y colegios.
La única salida es redistribuir la riqueza. Por ello, hay que reducir o eliminar impuestos sobre los hidrocarburos. Hay que eliminar el IVA totalmente de las necesidades básicas: alimentos, vestido, transporte, energía, vivienda y cultura.
Y una reforma fiscal que recaude proporcionalmente a lo que cada uno gana y no penalice con impuestos indirectos a quienes menos cobran. Si banca, oligopolios y grandes grupos empresariales pagaran -lo que realmente les toca por ley- las arcas públicas tendrían superávit.
Y sobre todo urge ir a la raíz del asunto constituyendo una empresa nacional de electricidad que fije los precios más bajos posibles obligando a la competencia a seguirle. Una banca pública que canalice el ahorro hacia inversiones productivas con el horizonte de aumentar el peso industrial en el PIB. Y por supuesto un incremento de los salarios igual o por encima del índice de inflación que haga a los trabajadores partícipes de los beneficios oligárquicos.
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