Sigue en sus trece, el cateto, cabalgando en la mentira, que es su estado natural y el que más le gratifica. Porque sabe que carece, de un mínimo de empatía, que disimulara un poco su escandalosa codicia. Si un día engañó a “los suyos” votando tras la cortina, ¿podrán esperar “los otros” miramiento o cortesía? Su gran lema fue “no es no”, cuando Rajoy decidía, ahora lo ha tornado en sí para hacer sus tropelías. Así, cuando lo requieren, sus socios de fechorías, les entregará gustoso cualquier cosa que le pidan.
Y quedará tan contento, bañado en su propia dicha aunque cause daño a España que es la última en “su lista”. Y si hubiera que arruinarla, para lograr canonjías con que alimentar su ego ¿te imaginas lo que haría? Cuando afeó el Tribunal, sus dos alarmas malditas, el rostro de Xi Sanching se marcaba una sonrisa. La misma que se marcó, Xi Jinping el otro día, cuando echó a su antecesor a empellones, de su silla. Y es porque, los dictadores, están hechos de tal fibra, que cuando causan un daño les entra una extraña risa.
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