Creo que lleva toda la razón Don Pedro Sánchez. Los diccionarios recogen, en la primera acepción de esta frase, lo siguiente: Ser recordado [un acontecimiento, un hecho o una persona] por su gran importancia o por su carácter único. Más bien… por lo segundo. El Señor Sánchez es único e irrepetible. ¡Por cuántas cosas pasará a la historia! Siempre se ha dicho que la historia la escriben los vencedores (y digo yo que la reescriben los vencidos, cuando da la vuelta a la tortilla). En un ataque de narcisismo, nuestro dilecto presidente no duda en ponerse moños y autodeclararse una especie de salvador de la patria, por haber hecho las mismas cosas, o parecidas, que hicieron sus predecesores más criticados. Pasar a la historia lo han hecho muchos. Unos para bien y otros para mal. Depende de la óptica del observador. Pero la gran mayoría acaban siendo protagonistas de la segunda acepción que recoge el diccionario anteriormente citado (Oxford Languages de Google) sobre esta frase: Pasar a la historia por “Perder [una cosa] actualidad o interés”. Apenas pasen las elecciones -o el Señor Sánchez caiga en desgracia- nadie recordará su figura como adalid del cambio y del progreso. Más bien le recordaran todos sus errores. La historia está llena de personas que han sido alabadas y homenajeadas mientras han detentado cargos importantes o influyentes. Los mismos que les han seguido con flores y coronas de laurel, una vez apartados del poder, les han perseguido con insultos y desprecios. Soy de la opinión de que realmente pasan a la historia (a su pequeña historia) las gentes de buena voluntad. Aquellos que pasan por la vida sin grandes alharacas ni manifestaciones, pero procurando hacer el bien a los suyos y a cuantos salen a su paso. Cualquiera puede ser un héroe en medio de una situación excepcional. Lo difícil es ser un héroe a lo largo de una vida sencilla, realizando los pequeños o grandes esfuerzos y sacrificios necesarios para llevar una familia, facilitar la subsistencia a sus allegados y transmitir los valores y la cultura a toda una generación. Personas como Ghandi, Teresa de Calcuta, etc., ya están en los anales históricos. Pero en mi historia figuran esos otros héroes desconocidos, como mi amigo Juan Petesa (toda su vida dedicada a los mayores), María Tapia (una viuda que sacó adelante a sus siete hijos) o Miguelito “el cariñoso” (un ex –alcohólico que ayudó a muchos adictos a salir del alcoholismo). Estos y muchos otros son para mí dignos de conservarse en mi recuerdo y susceptibles de “pasar a la historia” por derecho propio.
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