Pedro Sánchez siempre juega al límite, sabe que ya perdió una vez cuando sus propios compañeros le descabalgaron de la Secretaria General del partido y tuvo que comenzar de nuevo, como el Cid, con cuarenta de los suyos y desde el destierro político, para volver a ganar y ocupar la presidencia del Consejo de Ministros. Él, que, en algún momento, dijo que no podría conciliar el sueño si tenía que gobernar con Podemos, hizo Vice Presidente a Pablo Iglesias, por aquel entonces líder del partido nacido de la “revolución del 15-M”, él, a la chita callando ha ido caminando contra los designios de tirios y troyanos, contra unos y otros, contra el Partido Popular y contra algunos de los “barones” de su propio partido que, seguramente, hubieran preferido una “liaison” con el PP antes que llegar al Gobierno con Podemos y de la mano de los independentistas vascos y catalanes.
Pedro Sánchez vende perfectamente su producto, su manera de gobernar, a aquellos que ya están convencidos para comprarlo a ojos cerrados, especialmente porque en estos momentos en España él representa, nos guste o no, la moderación frente al caos de un gobierno anti democrático de la derecha extrema y la extrema derecha. En algunos momentos los partidos que le llevaron al poder han tenido que votar favorablemente algunas propuestas pese a no ser las que ellos hubieran propuesto porque en los escaños ocupados por el PP y el partido fascista estaban y están esperando, con los cuchillos en la boca, para asaltar el poder y destrozar todas las leyes que supongan medidas favorables para las clases más necesitadas o para los independentistas.
Ahora, Sánchez, ya ha finalizado el tercer año de su mandato, con nota, y con gestos con los que poder ponerse la medalla del primero de la clase. Antes de tomar las uvas ha dejado aprobada la supresión de la sedición en el Código Penal, la rebaja de las penas por malversación y algunas reformas no demasiado claras en los delitos de orden público, serán las interpretaciones de los jueces las que nos digan si hemos ido hacia más libertad o, por el contrario, sus señorías con sus togas y sus interpretaciones de la ley se ciscaran en esta reforma tan cacareada por el Gobierno español. Parece que, finalmente, en el último segundo del partido se le ha arreglado el problema con las sustituciones de los magistrados del Tribunal Constitucional donde ahora, al parecer, son mayoría los que podemos llamar progresistas.
La medalla económica se la ha puesto con una serie de medidas para paliar la pésima situación económica por la que han pasado y pasan centenares de miles de españoles a lo largo del año que acaba, donde luz y gas, junto con los productos alimentarios básicos han hecho que cada vez sea más difícil poder llenar la cesta de la compra. Dejar sin IVA algunos productos básicos en la alimentación, rebajar al 5 % otros y entregar un cheque de 200 euros a las familias con menos de 27.000 euros anuales de ingresos puede ser una trampa, mucha vigilancia tendrá que poner el Gobierno para evitar que está rebaja del IVA no se les escatime a los compradores siendo una ganancia más para los propietarios de las grandes superficies. En cuanto al cheque de los 200 euros habrá que leer bien la letra pequeña de la disposición para ver quienes van a poder solicitarlo. Los jubilados podrán tener acceso a estos dos centenares de euros? No se sabe, pero mucho me temo que no tendrán una pequeña paga extra, las primeras noticias hablan tan sólo de “trabajadores, autónomos y desempleados”, seguramente el Gobierno desconoce los milagros que tiene que hacer un jubilado que tan sólo cobre 721 euros mensuales, poco más de 10.000 euros anuales.
Y para dar la estocada final Pedro Sánchez, en la misma comparecencia en la que anunciaba todas estas medidas económicas, tuvo la osadía de dar por finiquitado el “procés” y con él el “problema catalán”. Y no, Sr. Sánchez, el que desde Madrid califican como “problema catalán” sigue vigente y seguirá mientras ustedes, los unos y los otros, se aferren a una Constitución, ya obsoleta, con la que quieren hacer un corsé para ceñir los derechos de la ideología independentista. En Mayo del 1932, durante la legislación republicana este problema ya estaba en boca de los parlamentarios de aquellos días, y tampoco sabían ni querían solventarlo. José Ortega y Gasset desde la tribuna de oradores de las Cortes republicanas afirmo que “es un problema que no se puede resolver, solo se puede conllevar”. Los políticos españoles nunca han sabido, o querido, resolver este problema, pero ni tan solo han sabido conllevarlo. Rajoy trasladó el problema a unos jueces fieles al grito de “España una” cuyas togas con olor a naftalina esconden una ideología más cerca del totalitarismo que de la democracia.
El trabajo silencioso y constante de los políticos d’ERC en la llamada Mesa de Negociación ha dado fruto, poco, pero menos es nada. Han enfadado al independentismo del “no surrender” y a las derechas extremas y al fascismo español, algo, aunque sea poco se habrá hecho. Pero ahora hay que continuar, seria mejor si todo el independentismo caminase junto, paso a paso, sin pedir ni prometer al pueblo imposibles. Pedro Sánchez, aunque tenga aprobados los presupuestos para su última legislatura todavía necesita los votos del independentismo catalán y vasco durante el 2023. Y estos votos, tan necesarios, han de tener su precio, hagamos que lo paguen.
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