A partir de cierta edad se sufre mucho más el encuentro con las pendientes. Se valoran los ascensores y las escaleras mecánicas. Se busca el alivio de brazos acogedores que te disminuyan del esfuerzo añadido y te preserven de las tan temidas caídas. Parece que estoy hablando solo del aspecto físico del ser humano, pero posiblemente considero más amenazado el aspecto psicológico del mismo. Los mayores tendemos a refugiarnos en un falso victimismo que nos permite quejarnos de cuanto sucede a nuestro alrededor apelando a “otros tiempos”. La realidad es que siempre ha sucedido lo mismo. Los mayores han tenido que recurrir al apoyo en forma de bastón o de pasamanos para lo físico, y en la búsqueda de hombros amistosos u oyentes propicios que nos ayuden a salir de la creciente soledad, fruto de la perdida de seres queridos o el abandono de parte de nuestras actividades diarias de todo tipo. El aspecto mental también es muy importante. Hace unos día que pude leer una cita de Gandhi que me ha dado que pensar. Decía el sabio hindú: “Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida de tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino”.
Está claro que la cuesta se agudiza cuando optamos por el camino equivocado. El poner cuidado en la elección por los pensamientos positivos y la consiguiente correlación entre el pensar, decir y hacer nos permitiráncontar con unos hábitos que nos ayuden a llegar al destino superando los desniveles de la vida. Es decir, descubrir que la vida es tan llana –o no- como tú la quieras ver. Hay un dicho popular que dogmatiza: “Sube las cuestas como un viejo y llegarás como un joven”. Así que despacito y buena letra. Sin darnos cuenta pasaremos las cuestas con las que nos encontramos en nuestra vida.
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