No sé si a ustedes le ha pasado alguna vez que, con pocas cosas que hacer, se detiene a pensar ilusoriamente sobre una cuestión más o menos complicada y -en su delirio- la resuelve a plena satisfacción. Confieso que a mí me ha ocurrido más de una vez y en ese estado de semi éxtasis he sido capaz de marcar -con el Madrid- un gran gol, y salir a hombros de la plaza de toros de Córdoba, tras una faena a un Miura. Un imposible en ambos casos, porque nunca he tenido nada ver con el balón o con los cuernos.
Pero esta mañana temprano (yo madrugo como si fuera un opositor) al escuchar la radio con las noticias del voto de censura a Sánchez y sus anécdotas he entrado en trance y me veía director del diario “GMC”. Ni corto ni perezoso, me dije: voy a hacer una página en la que plasmen, de una manera divertida varias reseñas de lo que recogen parte de lo vivido en las Cortes. Se me ocurrieron las siguientes:
Primera. “Tamames da una lección a Sánchez recordándole que Largo Caballero, el llamado Lenin español, fue el mayor culpable de la guerra civil”. Segunda. “Tamames afea a Sánchez que traiga un tocho (que como su tesis le han escrito otros) para leer como un papagayo”- Tercera. “Tamames, esta vez compasivo, le recomienda a Pachi López que no grite tanto que va a enfermar”. Como frases cortas pondría “Montero y Belarra, se suben a la parra”, “Podemos ya no podrá”, “Vox una sola voz”, “El PP (que no presentaba ni defendía el voto de censura) recibió el maltrato de Psoe y Vox”, “Los partidillos pequeños, malvados empeños”.
Para terminar la página, bajo el título “Ecos de suciedad” reseñaría: “Ayer 21 de marzo de 2023, tuvo lugar en la sede de la Soberanía Nacional (con luz y taquígrafos) la unión de la comunista Yolanda Díaz con el plagiador mayor del Reino, Pedro Sánchez. Ella vestía para tan importante ocasión un vestido blanco, mientras él lo hacía con un feo y chillón traje azul”. Tras un mitin idílico de la señora Díaz, los contratantes fueron aplaudidos a rabiar por la izquierda revolucionaria y todos los sanchistas de la Cámara”. Se ignora la reacción de Begoña.
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