Todas las culturas han llevado dentro de su idiosincracia, así lo transmitieron, el espíritu de la “creencia” en el “SER” o “SERES” superiores, que en cierto modo “controlaban” el devenir de las civilizaciones. Los diferentes pensadores clásicos, respetando su entorno, fueron añadiendo la “intelectualidad” a todo el proceso de desarrolló cívico-religioso.
Está claro, que hoy día, lo llamaríamos “agnosticismo”, “duda”, “inquietud mental”, pero los antiguos, viejos profetas de nuestro tiempo, seguirían respetando la fe sencilla personal, heredada de tradiciones sanas, la mayoría, otras, por desgracia, de los llamados “intereses tradicionales”.
Frente a la “creencia” primitiva, apareció la “FE” como esperanza para el ser humano; más tarde, el materialismo y realismo filosófico nos regaló la metodología de su “VERDAD”, el AGNOSTICISMO: “Actitud filosófica que declara inaccesible al entendimiento humano todo conocí-miento de lo divino y de lo que trasciende la experiencia”.
Entre la FE, el AGNOSTICISMO, aparece la DUDA, que como describe Benedicto XVI, es el sufrimiento del agnóstico honrado: “Los agnósticos que no encuentran paz por la cuestión de Dios y las personas que sufren a causa de nuestros pecados y tienen deseo de un corazón puro están más cercanos al Reino de Dios que los fieles rutinarios, que ya solamente ven en la Iglesia el boato, sin que su corazón quede tocado por la fe", afirmó el Papa, advirtiendo a los fieles de la necesidad de volver a una fe renovada. La Iglesia, en el siglo XXI, debe dar un vuelco a toda una mezcolanza de liturgias alejadas de la sencillez de la FE y volver a la CRUZ, a la RESURRECCIÓN, a la HUMANIDAD DEL HIJO DE DIOS... “
«Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla.... ...Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.» (Mateo 11, 25-30)
Dentro de unos días, el 27 de abril, celebraremos la festividad de SAN RAFAEL ARNAIZ BARÓN, “Hermano Rafael” (trapense). Él, como señaló a la juventud, que llenaba la plaza de San Pedro, el papa San Juan Pablo II, ha sido el místico del siglo XX: Dios, sólo Dios, pero sonriendo a la naturaleza de la tierra fértil y sosteniendo con amor “cercano” el sufrimiento del hombre.
También el Hermano Rafael “DUDÓ”, porque, como Jesús, subió al monte de la FE, donde encontró las tentaciones de la realidad mundana, forma acomodaticia de vivir encajonada sin esfuerzo y palpando todo porque si no “su fe” no existiría. Subió y como Jesús ORÓ y, como a Jesús, el PADRE le dio su mano y la FE, borrando con su “goma misteriosa” toda DUDA, que no significa eliminar toda preocupación.
La DUDA, envuelve, hoy, la vida religiosa de muchísimos fieles... recordemos siempre las palabras de BENEDICTO XVI y que la Iglesia JERÁRQUICA reflexione.
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