Todos los días estamos inmersos en la tecnología, si no es por las redes sociales, son los videojuegos, el trabajo o el afán de estar informado en cada momento de lo que pasa en el mundo. Pareciera que las notificaciones son como el experimento de Pavlov, en cuanto suena la campana vamos hacia el celular.
Poco a poco dependemos más de estos instrumentos digitales, tanto en el trabajo como en lo personal, al grado de que si no respondes un mensaje o permaneces tiempo offline, las personas te reclaman y llegan a mirarte raro. Lo de ahora es estar 100% online, lo que viene acompañado de estrés y ansiedad.
El término “tecnoestrés”, de acuerdo con la psicóloga Michelle Weil y el educador Larry Rosen, es una afección psicológica, debido al uso prolongado de la tecnología, que puede provocar irritabilidad, dolores de cabeza, falta de concentración, dolores de espalda, trastornos gastrointestinales e insomnio.
Sin duda alguna, el estar siempre conectado abruma y este problema puede afectar la productividad y la capacidad de atención de las personas. En el mundo profesional, los correos electrónicos, las videollamadas, los mensajes de voz y las llamadas a todo momento afectan considerablemente el bienestar psicofísico de los trabajadores.
Las principales causas del tecnoestrés son exponerse a una cantidad excesiva de información, el uso desmesurado de dispositivos tecnológicos, y la presión o prisa con la cual se ejecutan las actividades. Al ser una afección psicológica, cognitiva y física sus síntomas son variables, pero si no se atiende puede llegar a ser un verdadero problema y llegar a interrumpir la realización de las actividades cotidianas.
El tecnoestrés provoca patologías y trastornos a largo plazo como la depresión, ataques de pánico, consumo de alcohol y drogas, disminución del funcionamiento cognitivo, hipertensión, migraña, antagonismo en el lugar de trabajo, entre otras situaciones.
La mejor manera de prevenirlo es tomar medidas a nivel individual y organizativo, por ejemplo, implementar técnicas de meditación, descansos, rutinas de ejercicio y elaborar estrategias de resolución de problemas, de autocontrol, así como también de administración del tiempo, que ayuden a mitigar el estrés de las actividades diarias y a disminuir el uso compulsivo de los dispositivos digitales.
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