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Grave inconsciencia

Olvidamos demasiadas cosas fundamentales
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 25 de agosto de 2023, 09:45 h (CET)

Ser conscientes es al final muy relativo. De qué, cómo y en qué momento, modifican sin remedio los matices; barruntamos el devenir de divagaciones incesantes entre placenteras e insatisfactorias. Versiones y visiones se contraponen sin reparo en un alarde vertiginoso y libertario. La alegoría de esa existencia habla de conceptos y sensaciones con un dominio preocupante, por el grado de presunción implícito en su firmeza. Entramos de lleno en las actuaciones, sin completar nunca la INTELIGENCIA de cuanto acontece. Las venturas y desventuras se suceden sin su añorada comprensión. Aunque hablamos de verdades, evolucionamos por derroteros inciertos, con el lema de esperanzas utópicas.


Al dejar de ser infantes imberbes, somos ya plenamente conscientes de que estamos aquí y no estamos solos. Otra cuestión radica en como interpretemos esa realidad, en como actuemos en consecuencia. En la diversidad de circunstancias y maneras de ver las cosas, serán incontables las orientaciones emprendidas, las divergencias alcanzan extremos imprevisibles y la fragmentación implanta sus reales. No obstante, aquella prístina percepción del ACOMPAÑAMIENTO no pierde vigencia y la fidelidad o no a esa evidencia será decisiva. Los lamentos por el olvido de los demás son muy patentes en la actualidad, desenfocan los emprendimientos mejor elaborados y desfiguran sus razones.


Si ya de por sí, la Naturaleza en toda su amplitud origina importantes situaciones comprometidas (sequías, inundaciones, tifones, terremotos, epidemias); no son las únicas circunstancias peligrosas a las cuales nos enfrentamos. La misma organización de países y gentes se fue complicando a través de gestiones y tecnologías. La vida siempre mostraba su cariz azaroso, pero se han incrementado el número y las potencias de los factores amenazantes, son perceptibles en la experiencia cotidiana. Se convierten en un ALUD, lento o rápido, pero devorador. A todo ese entramado se añade la inquietud de vernos como participantes en dichos procesos, con cierta desidia y sensación de aturdimiento.


Que cómo se genera semejante colada volcánica, que avanza sin contemplaciones con respecto a los perjudicados; en realidad, la explicación es muy sencilla, aunque a la vez, muy difícil de contrarrestar, por aviesos y numerosos motivos. De manera progresiva, se va prescindiendo de la raigambre esencial del ser humano, queremos imponernos a la Naturaleza y sólo miramos de refilón al mencionado acompañamiento de seres vivos en general y seres humanos en particular. A estas trazas desenfocadas se pueden añadir muchas más que podemos comentar. Así no arreglamos nada, creamos nuevos DESMANES con las decisiones viciadas, no acabamos de asimilar la disgregación de los conceptos.


Llama la atención esa dispersión centrífuga entre los pensamientos, los procedimientos empleados, la franqueza en la exposición de los lamentos, los pronunciamientos escasos de fundamento, en una imposible coherencia al tratar con un conjunto tan desvaído. Nos hemos ido involucrando al asumir unos rasgos culturales cuanto menos CHOCANTES. Lo son además, porque cada uno de ellos se traza rumbos por separado.


según sus preferencias. El trabajo, el ocio, la educación, la convivencia en los diversos sectores, no hay manera de enlazarlos de manera gratificante. No apreciamos por ninguna parte la integración orientadora de conceptos y gentes, para disfrutar de una diversidad ilusionante.


Se han producido y continúan los desmanes horrorosos en todas partes, aquí al lado, en la lejanía, con masacres y corrupciones abominables. Quizá no haga falta enumerarlas, pero tampoco conviene silenciarlas ni manipular sus versiones. Sus entramados demuestran tanta inteligencia como perversión, es necesario un notable esfuerzo para desentrañar sus tramoyas y responsabilidades, no basta la mera observación. El poder de camuflaje y de penetración de las mentalidades DIABÓLICAS es ingente. Sus maquinaciones se alejan de lo que son las personas como entes fundamentales. Nos arrastran por trayectos enrevesados y recortados, pero siempre al servicio de agentes que no dan la cara.


Todos somos vulnerables por naturaleza, pero no podemos proceder como si no existieran los otros, que dichos sea de paso, soy yo o cualquiera de ustedes. En esta sencilla apreciación se centra otra de las graves pérdidas de sentido; como no es posible eliminar esos condicionamientos, se promueven todo tipo de triquiñuelas para controlar dichas presencias molestas. Las diversas obsesiones, ocurrencias e intereses, nos someten a las múltiples MANIPULACIONES, dirigidas con especial inquina a quitarle valor a la entidad personal, única e inaccesible. Paradójicamente, pergeñando servidumbres del más variado cuño, con las irracionales dominaciones y abusos de fondo.


La evolución de los comportamientos nos desliza hacia impensables terrenos fangosos. El alborozo natural por los magníficos adelantos y las posibilidades de difundir las expresiones, también vienen siendo embrutecidos de manera burda. Se ha implantado el que denomino paradigma de la DECONSTRUCCIÓN, de todo aquello que a uno le venga en gana. Sin parar mientes, cualquier elaboración previa se puede eliminar para dejarnos la vía libre. Desaparecen las argumentaciones razonadas, no interesa el porqué de aquellas configuraciones precedentes; y más degradante todavía, tampoco se aportan excesivas razones ahora, impera la novedad tumultuosa como argumento decisorio.


Nadie consigue llegar al descubrimiento de los fondos misteriosos, estos se agrandan a cada paso. Los mitos se configuran desde esas carencias de los conocimientos en torno a la vida y la muerte, anhelos, emociones y frustraciones. Sin desdeñar ninguna de las demás circunstancias, esta incompletud humana es una experiencia permanente, en la intimidad, en las comunidades y con respecto al mundo. No tener presentes estas carencias, genera muchas actuaciones inconscientes de ENDIOSAMIENTOS, que intentan suplantar a los mitos, intentando pergeñar sensaciones de lo que no son. La misma falta de la humildad requerida, los delata y no admiten el buen contraste de pareceres.


La adhesión a PERTENENCIAS excluyentes, no sólo no resuelve las crispaciones, sino que acrecientan el desapego desde sus reductos. Evaden las proyecciones comunes desde su aislamiento necio, sus particularismos recortan las iniciativas. Su cerrazón no participa en la tarea enriquecedora desde la diversidad. Sus adentros configuran un pozo ciego, de reclusos más o menos voluntarios.


Con la suma de inconsciencias se pierde la necesaria humildad participativa. Se desprecia la franqueza de una disposición creativa en común, basada en la apertura de miras sometida a la necesidad de razonar sin tapujos. El verdadero sentido de la persona es crucial para que el ámbito COMUNITARIO surja saneado y se desarrolle. Las amputaciones improcedentes adquieren rasgos degenerativos impropios.

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