Freud habló de los dos instintos básicos de la persona: vida y muerte, a los que llamó con sus términos griegos deificados Eros y Thanatos, y aunque el freudismo ha dominado en nuestra cultura, los dos son los grandes olvidados en la educación: Amor y Muerte. Y están relacionados, pues si has perdido un ser querido, querría decirte: “a ti que lloras, porque has amado, has perdido a quien amas, y te duele… El dolor de la pérdida es el precio de haber amado”. Nadie puede amar sin dolerse, y el dolor es un proceso de curación, el duelo, retorno a una plenitud perdida… que llorar porque se ama a una persona es terapéutico.
Recuerdo una fábula de unos gusanos que se preguntan si hay vida más allá de ser gusano, y quedaron en que el primero que pasara por eso, si vivía lo contaría a los demás. Siguieron comiendo hojas sin darse cuenta de que uno de ellos se hizo crisálida, y pocos días después salió convertido en mariposa, con ganas de contar a los demás su transformación, pero no le fue posible, hablaba otro lenguaje y no le entendían. Así que se dedicó a polinizar las flores, y hacer posible que los gusanos pudieran comer las plantas y vivir hasta convertirse en mariposas. Vio que esta era su misión. Cuando se cambia de forma, se cambia de lenguaje. No vemos a los que están en otra dimensión, y esto nos hace sufrir, pero hay un modo de comunicación que expresa el amor. Ellos cumplen su misión y crean las condiciones y la belleza para que nosotros podamos seguir nuestro camino hacia donde están ellos. Y podemos intuir que así nos hablan los seres queridos, con ese amor que se expresa de mil modos. Esta es la comprensión profunda, que adquirimos a través de esa intuición amorosa. Es necesaria la muerte para la vida; el amor es también medicina, como decía Tolstoi: “sólo las personas que son capaces de amar intensamente pueden sufrir también un gran dolor, pero esta misma necesidad de amar sirve para contrarrestar su dolor y curarles”. Nuestra actitud mejor es confiar, dejarnos llevar por esa fuerza interior que nos guía, la intuición que nos dice que todo fluye con el río de la vida, que nos va llevando. "En la vida todo es amor o muerte", dirá Gertrud, la protagonista de la gran película de Dreyer.[1] Y el sentido del dolor, que como decía el grupo musical "Héroes del silencio" es un ensayo de la muerte.[2] Es normal sufrir ante la pérdida de un ser querido, pero si hay comprensión se sufre menos, y con un sentido. El amor no desaparece, aunque no veamos más la persona amada que ha muerto. Queda en la memoria, en el corazón, donde se puede encontrar una presencia. Muchas personas hablan con los seres queridos que han perdido. Esta memoria de los difuntos nos ayuda a portarnos mejor y así en los momentos de desfallecimiento el pensamiento puede ser: "¿qué le pondría contento a...?" y esto anima a luchar: "he de hacerlo por mí y por él, por ella..." se adquiere una madurez y sentido de responsabilidad.
[1] Ver https://es.wikipedia.org/wiki/Gertrud
[2] Héroes del silencio, canción “En los brazos de la suerte”, ver por ejemplo en https://youtu.be/tDrhT9ndN5M
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