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Duelo

​Aunque la cosa terminó mal, ¿te hubiera vuelto a elegir?

Las relaciones cuando comienzan son maravillosas, pero es con el tiempo, cuando se transforman en otra cosa, en algo que los dos miembros van elaborando a lo largo de los años por medio de sus actitudes y formas. El pensamiento inicial es diferente al que tendremos en el futuro por el simple hecho de que las experiencias vitales que nos sucedan también interferirán en la esfera emocional.

La muerte de un hijo

La pérdida de un hijo es lo más trágico para los padres. En algunos casos puede provocar serias consecuencias, como una madre que se echó a la droga y bebida por no asimilar la “muerte súbita” de su hijo. Pero también puede producir momentos de gran humanidad y riqueza espiritual.

Vaciar para llenar: una lección de vida

Hace unos días, mientras saboreaba mi café matutino, me di cuenta de la profunda lección que esa taza podía ofrecerme. ¿Qué significa vaciarme? La taza me enseña que para llenarme de cosas mejores de las que tengo, necesito vaciar primero aquello que no me interesa; además, tengo que aprender a mostrarme vulnerable, a admitir que algo ha cambiado, que ya no está.

La liturgia de los difuntos

Caen las hojas secas, y las ilusiones de la vida en muchos, por la vejez. Hace casi 500 años, en Ávila muere Beatriz de Ahumada y mientras los sacerdotes terminan las ceremonias dice: “Teresa, que venga Teresa”. La niña de 12 años entra y le dice: “¡bendita, bendita!”, y expira. Teresa, llorando en su habitación, dice a la Virgen: “Señora, ya veis que no tengo Madre, sed vos en adelante Madre mía”.

La muerte no es un castigo divino

Se habló de que la muerte es un castigo divino, perspectiva fatalista que algunos asocian a la palabra bíblica de que la muerte es consecuencia del pecado. Diversas interpretaciones teológicas y filosóficas dirán eso, pero en realidad vemos que la muerte es una parte natural de la existencia humana y no necesariamente un castigo.

La compañía de la familia y amigos en el duelo de una persona

El dolor de perder a un ser querido es una experiencia profundamente emocional y personal. En momentos de duelo, la compañía de la familia y amigos puede desempeñar un papel fundamental en el proceso de sanación, brindando consuelo, comprensión y apoyo emocional durante un momento tan difícil.

​La muerte no es más que un paso de una existencia a otra

Confucio explicaba que la vida es un corto pasillo y la muerte es una puerta. De hecho, la muerte como tal podríamos decir que no existe, lo que existe en sentido estricto es el fallecimiento. La muerte no es más que un tránsito -doloroso y misterioso tránsito- hacia el más allá. Una dolorosa y trágica separación entre el cuerpo y el alma de un sujeto.

Quinta etapa del duelo: aceptación. Aprender a vivir de nuevo

Recuerdo a una mujer que perdió a su esposo y el día del entierro en un trágico accidente automovilístico murió una hija suya también. Se encontraba abrumada por la negación y la tristeza. Pasó mucho tiempo furiosa por la injusticia de la situación. Con el tiempo, sin embargo, María comenzó a darse cuenta de que no podía cambiar lo que había sucedido. Decía: “no puedo romperme la cabeza contra la pared. Tengo que mirar a los demás hijos que me han quedado”.

Cuarta etapa del duelo: depresión y desolación, explayar el dolor

La tercera etapa del duelo, la negociación, da a la psique el tiempo oportuno para adaptarse. Después de esos tratos, de pactos con el difunto o con Dios, por ejemplo desear haber muerto en lugar del otro, o cambiar la historia y volver atrás. Todo ello da lugar a otro paso, permite acercarse tanto a los sentimientos profundos de dolor, y el alma está ya preparada para hundirse en la tristeza, pues nos enfrentamos al presente.

Tercera etapa del duelo: la negociación

La teoría de las etapas del duelo fue propuesta por Elisabeth Kübler-Ross en 1969 y hemos visto las dos primeras, ahora veremos la tercera, la negociación. Estas etapas describen muy bien las diversas reacciones emocionales que las personas experimentan cuando enfrentan la pérdida de un ser querido o se enfrentan a situaciones difíciles, pero ni todas las personas pasan por todas las etapas, ni en ese orden ni pueden delimitarse en el tiempo, sino que pueden estar mezcladas también o solaparse.

Segunda etapa del duelo: ira y explosión dolorosa

Cuando se consigue traspasar la primera etapa de incredulidad, no tenemos más remedio que conectarnos con el agudo dolor del darnos cuenta. Y el dolor de la muerte de un ser querido en esta etapa es como si nos alcanzara un rayo. Después de todos nuestros intentos para ignorar la situación, de pronto nos invade toda la conciencia junta de que esa persona murió.

Primera etapa del duelo: incredulidad y negación. El impacto

Habla una historia del "Susurro del Adiós": en un pequeño pueblo un anciano sabio que vivía feliz, cuando murió su amada esposa. Ya no se veía la feliz pareja paseando por las calles del pueblo. El buen anciano permaneció en su hogar mirando el retrato de su amada esposa difunta, él se aferraba a la esperanza de que todo era una pesadilla pasajera, un sueño del que pronto despertaría.

Etapas del duelo en una pérdida

Recuerdo que cuando era niño, haciendo un hoyo, un amigo me hizo un corte en un dedo, con la azada de jardín. Salió la sangre a borbotones, pero en ese primer instante no sentí el dolor; el cuerpo hace una vasoconstricción. Luego sí aparece el dolor, respuesta del cuerpo que avisa.

Gestión del duelo

En nuestra interioridad más profunda, espiritualmente, el duelo toca hondo. Aparecen preguntas, sobre a dónde va a quien queríamos y que nos ha dejado, cómo y de qué modo volveremos a encontrarnos con él, con ella. Hay unas fases de ese duelo, primero de caída y luego de resurrección en los sentimientos: un resurgir más tarde, cuando podemos llegar a sentir la presencia de quien nos dejó, algo así como un ángel que nos cuida.

La muerte, un amanecer

La actitud ante la muerte es muy diversa, según las personas. Hay quien piensa que desaparecemos con nuestras células, y que hay que aferrarse a la vida mientras uno esté bien, y otros pensamos que nuestra alma es inmortal y sigue su camino después de esta experiencia.

Los menores de entre 7 y 14 años tienen más dificultades para superar la muerte de un familiar

El fallecimiento de un ser querido puede acarrear graves consecuencias psicológicas, especialmente en el caso de los niños y adolescentes. El doctor Javier Urra señala que la intervención de padres y tutores se vuelve crucial si los menores tienen edades comprendidas entre los 7 y 14 años. "A partir de los 7, la cuestión de la muerte puede tener un impacto significativo. Los niños comienzan a desarrollar una mayor conciencia del entorno y a interactuar más con él".

Tierras de penumbra

En la película Tierras de penumbra (1993, de Richard Attenborough) C.S. Lewis (Anthony Hopkins), escritor y profesor de literatura en Oxford, se enamora de Joy Gresham (Debra Winger), poetisa estadounidense, un amor que llega inesperadamente hace salir a Lewis de su rutina. Y ella padece un cáncer grave, y muere. Por eso, al probar el amor y serle arrebatada Joy, él queda sumido en un profundo duelo.

Influencias del duelo en el organismo

El duelo es sanador pero tiene sus etapas. Y eso afecta a los sentimientos, en primer lugar a las sensaciones físicas, a las cogniciones, y a las conductas. En cuanto a los sentimientos, un primer sentimiento que aparece en el duelo suele ser la tristeza, por ejemplo hay quien dice “durante el funeral me he venido abajo”.

​Una pena observada, una visión del duelo

¿Qué experimenta el hombre ante el dolor, qué piensa en su conciencia? C. S. Lewis escribe un ensayo sobre “El problema del dolor”, en un esfuerzo intelectual por esclarecer este misterio. Veinte años después, lo experimentó en su piel, y todo fue distinto, ya no era algo enigmático sino sufrido, y el diario que redactó (a raíz de la muerte de su esposa, Joy Davidman) fue publicado en 1961.

El consuelo de sabernos acompañados

El enigma más grande de la condición humana es la muerte. Es una cosa muy dolorosa que muera una persona a la que amamos. Cuando estamos con alguien que ha perdido un ser que amaba, lo mejor es no hablar mucho, sencillamente acompañarle. Dejar que llore, pues llorar da paz, descansa y restablece el equilibrio, ablanda y humaniza.

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