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Sectarismos despiadados

En parte proliferan por el vacío existente en las personas que les impide encontrar solución a sus problemas
Octavi Pereña
lunes, 16 de octubre de 2023, 09:01 h (CET)

La lucha ideológica existente con respecto al concepto Patria puede acabar siendo un drama si en la contienda no se instala el sentido común. El sectarismo es lo que prevalece en la confrontación ideológica. Sectarismo proviene de secta, conjunto de personas que profesan una doctrina religiosa que no se ajusta a la practicada mayoritariamente. En política los partidos se comportan como sectas religiosas. Cada uno de ellos tiene una idea distinta d lo que es nación. Cada uno lo concibe a su manera.  Ninguno de los partidos políticos posee la verdad absoluta. Desgraciadamente, creen que su parte de verdad tiene que defenderse a capa y espada. Santiago, el escritor sagrado hace diana cuando escribe. “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis, matáis y  ardéis de envidia, y no podéis alcanzar, combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites” (Santiago 4: 1-3).  El sectarismo político como el religioso son de índole espiritual y es en este campo en donde debe irse a buscar la solución.


El sectarismo es tanto o más nocivo que el Covid-19. Infecta a las multitudes anulando su sentido crítico. Las convierte en ovejas conducidas dócilmente al matadero. Lo más grave del caso es que a estas ovejas que se les ha robado el sentido crítico se convierten en transmisores del virus. Esto puede ser una de las causas que un personaje tan oscuro como Donald Trump que a pesar de haber perdido las elecciones  haya conseguido doce millones más de votos que en las elecciones del 2016. Se necesita mucho sentido común para evitar que el sectarismo político extremista nos lleve a una situación de la que todos vamos  a salir perdedores.


El sectarismo político extremista idolatra el concepto Patria, Nación y lo objetiva alrededor de un símbolo: la bandera, que no es nada más que un trapo de diversos colores hasta el punto de divinizarlo. ¿Qué es besarla sino convertirla en un dios? Este dios, que no es el Padre de nuestro Señor Jesucristo que es Dios de amor, utiliza la bandera para sembrar odio en los corazones de quienes la veneran. El salmista intenta abrirnos los ojos para que nos demos cuenta de lo insensato que es divinizar el concepto Patria y a la bandera que la representa: “Levántate, oh Señor, no se fortalezca el hombre, sean juzgadas las naciones delante de ti. Pon, oh Señor, temor en ellos, conozcan las naciones que no son sino hombres” (Salmo 9: 19,20). Según el salmista el concepto Patria es una entelequia, una cosa imaginaria y perfecta que no tiene realidad objetiva. Es decir, no hace falta la confrontación para defender algo inexistente. “Hay un camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 16: 25).


El orgullo que ciega los corazones de los extremismos políticos es un mal consejero a la hora de la toma de decisiones de Estado que deberían tender al bien común sin excluir a nadie. Debido a que el sectarismo extremista es de origen espiritual, se tiene que ir la Padre de nuestro Señor Jesucristo que es AMOR destruya el odio que caracteriza el sectarismo despiadado.


Bernard Shaw hizo esta declaración: “Jamás existirá un mundo tranquilo hasta que no se extermine el patriotismo de la raza humana”. Pienso que esta declaración debería matizarse. El patriotismo sensato, que no es excluyente, que respeta las opiniones del otro como desea que las suyas también sean respetadas es enriquecedor y beneficioso para las naciones que lo aceptan y lo practican, por la sencilla razón de que la verdad absoluta no es patrimonio de ningún ser humano. Siendo todos cortos de vista, la colaboración ayuda a ver con mayor claridad la problemática y facilita encontrar soluciones  que beneficien a todas las partes. La precipitación a la hora de tomar decisiones con el propósito de derrotar al opositor político puede  enaltecer el amor propio, pero no es bueno para solucionar los problemas que afectan a rodos los ciudadanos.


Indiscutiblemente debe amarse el terruño en que uno ha nacido y ha forjado su identidad. El amor a la patria chica en la que se ha nacido no debe excluir a nadie que desee asentarse en él. La recepción de forasteros exige un requisito. Los recién llegados deben aclimatarse a los usos y costumbres de los nativos. Con la aportación del recién llegado se va formando, sin convulsiones peligrosas, una identidad que se renueva permanentemente para beneficio d todos. El amor de Dios es el antídoto contra el odio que envenena las relaciones sociales impidiendo que la convivencia se convierta en un campo de batalla del cual todos salen perdiendo. La que no edifica destruye. Más pronto o más tarde los sectarismos despiadados arruinan a los pueblos a los que dicen amar.

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