Aunque sea muy conocido, estudiado y comentado el hecho, a fuer de que canse solo un poquito, permítanme recordar un episodio de la antigua historia de Hispania, digo Hispania porque en el tiempo en el que ocurrió el hecho, aún no existía otro nombre para la Península, aunque ya los fenicios, que fueron posiblemente los primeros que vinieron a ella para comerciar, le dieron el nombre de Spania (tierra de conejos).
Bien a lo que íbamos, los romanos, una vez lograda la pacificación de casi toda la península la dividieron en provincias, una de las cuales era LUSITANIA, que abarcaba bastante de lo que hoy conocemos como Portugal y gran parte de las, hoy, autonomías, extremeña y Castellana. El historiador D. Ursicino Álvarez en el año 141 a. C. los lusitanos, derrotaron varias veces a las tropas romanas. Gran número de lusitanos se habían rebelado contra la autoridad romana, cuando vino a ella, como gobernante de la Hispania Ulterior, dentro de la cual se encontraba Lusitania, el pretor Galba. Déspota y cruel, como pocos atacó a Lusitania a sangre y fuego, causando grandes estragos y multitud de pérdidas de vidas humanas. Los lusitanos habían firmado la paz con el antecesor de Galba M. Atilio, así que fueron a presentar sus quejas a Galba diciendo que había roto la paz. Este astuto y taimado, procuró atraerse a estos hispanos diciéndoles que les ofrecía tierras en lugares mejores y más productivos. Incautos los lusitanos, en número de unos 30.000, se presentaron ante él que los dividió en tres porciones y les pidió que entregasen las armas ya que no habría más contiendas. Así lo hicieron y fueron masacrados por los legionarios romanos, parece ser que un tal Viriato, que entonces era un niño, logró escaparse y, ya de mayor, mediante la guerra de guerrillas, trajo en jaque a los legionarios romanos durante muchos años. De tal envergadura era el acoso y las continuas pérdidas de los romanos que el cónsul Quinto Servilio Cepio concertó con tres capitanes romanos, Audax, Ditalcos y Minuros, su muerte, mediante una recompensa. Los traidores llevaron a efecto lo inicuamente pactado y, cuando fueron a recoger lo prometido, Quinto Servicio les contesto: “Roma no paga traidores”.
¿Verdad, mentira, quién lo sabe? Pero Pedro Sánchez sí ha pagado a los traidores a España, como son los filoetarras, los catalanes separatistas y todos los que han contribuido a que este ser (¿podemos llamarlo persona?), continúe en la Moncloa al módico precio de siete votos, y la adhesión de los alevosos que, aunque reniegan de España y procuran su perdición, no entregan los que son cargos públicos, sus credenciales y dejan de comer de la “olla grande”, como le decía cierta abuela a su nieto al que quería ver como político.
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