Un 23 de abril de 1934, según el diario El Mundo de Buenos Aires, la Sociedad de las Naciones había desmentido actos de canibalismo en las tropas bolivianas que combatían en el Chaco. El New York Times había publicado trascendidos que circulaban en La Paz, dando cuenta de que nativos del Chaco, sin ningún respeto, habían matado y devorado a oficiales bolivianos, en protesta por el reclutamiento forzozo de los pueblos originarios.
La Comision del Chaco en Ginebra aseguró no tener noticias de tales actos, añadiendo que la guerra entre Paraguay y Bolivia ya era por sí misma demasiado cruel como para sumar elementos aún más siniestros.
La Comisión que estudiaba la cuestión del Chaco en Ginebra, preparaba por esas fechas un informe para elevarla al pleno de la Sociedad de Naciones. En este informe, la Comisión aconsejó interrumpir los envíos de armas y municiones, para forzar un arbitraje sobre el territorio.
La Comisión enfatizaba en su informe la falta de atención médica adecuada a los heridos, que luchaban en bosques inhóspitos, en una guerra que calificaba como particularmente lamentable y horrible.
A pesar de encontrarse auxiliada por una comisión panamericana reunida en Montevideo, parecía imposible inducir a los empobrecidos beligerantes a la paz.
La frontera entre Paraguay y Bolivia era una nebulosa que respondía más a Mapas propagandísticos y al imaginario colectivo que a la realidad, mientras entre bastidores ambos Gobiernos caían en la tentación de empréstitos armamentistas.
Sostener los debates en el Ámbito de la diplomacia se hacía cada vez más difícil en un Momento histórico que respiraba La Gran Depresión, y donde los imperios en pugna ensayaban métodos de dominación financiera sobre países cuyas materias primas estaban desprotegidas.
No eran dos empobrecidos países quienes Impondrán condiciones, pues aunque las napas freáticas cambien de soberano, al frío líquido que encenderá el fuego, donde quiera que emerja esperará el mismo Amo con su título de propiedad. LAW
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