El 30 de abril de 1935 el embajador mexicano en Río de Janeiro, el conocido escritor Alonso Reyes Ochoa, informaba al gobierno de Lázaro Cárdenas del súbito interés brasileño en la resolución del conflicto entre Paraguay y Bolivia.
El gobierno brasileño, invitado en Washington para participar con Argentina y Chile en la conferencia de Buenos Aires para pacificar el Chaco, declinó al principio este ofrecimiento por el hecho de haber sido excluido de la conferencia económica del Chaco.
Brasil había mantenido una actitud moderada frente a los beligerantes y sus vecinos debido sobre todo a la inestabilidad interna que vivió en ese periodo que dificulta prestar atención a situaciones internacionales que no afectan directamente sus intereses.
Pero el desarrollo de una industria de sustitución de importaciones en la segunda mitad de los años treinta había despertado en el gobierno de Getulio Vargas, un interés para estrechar lazos económicos con países vecinos que pudieran ofrecer materias primas energéticas en este contexto.
Con la pacificación del Chaco como pretexto, Vargas realizará una publicitada visita Buenos Aires acompañado de una nutrida comitiva militar en el primer semestre de 1935.
El 18 de abril anterior, el encargado de negocios de México en Paraguay Bernardo Reyes, enviaba un extenso informe sobre las tratativas para poner fin a la guerra del Chaco al ministro de relaciones exteriores bajo el título de informe reservado sobre las negociaciones de paz argentino-chilenas en el conflicto del Chaco.
El informe desde Asunción a México habla de la animadversión de Paraguay hacia La sociedad de las Naciones, y la desconfianza del papel chileno en las tratativas.
Informa que Paraguay manifestó su deseo que Uruguay sea incluido como contrapeso de Chile, aceptando a este último solo por su indiscutible influencia en Bolivia.
El mexicano Reyes puntualizó en un documento que las opiniones contrapuestas respecto a qué países debían mediar despertaron vanidades personales que retrasaron la paz en el Chaco.
Reyes aludía inequívocamente al argentino Saavedra Lamas, que durante todo el conflicto buscó un papel estelar siendo coreado por la prensa de su país, para acabar recibiendo el Premio Nobel de la Paz.
Lo único claro en todo este enredo era que Paraguay aceptaría negociar la paz sólo a través de una solución Panamericana del conflicto, determinación que coincidía con la ambición de Saavedra de ocupar el centro de la escena.
En más de una oportunidad, este premio Nobel de la Paz perdió interés en sus propios postulados, en medio de un perverso juego de intereses que se jugaban el Chaco.
Es lo que se deduce de una revisión de los archivos diplomáticos de los demás países que se involucraron.
Es bien sabido que ni el premio ni el premiado se transmiten siempre agravios ni honores. LAW
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