Un 14 de mayo de 1935 el Comité Pro-Paz en América advertía que la guerra del Chaco era una amenaza para la democracia en todo el continente. Este comité se había constituido en la ciudad argentina de Córdoba, y lo integraban poetas e intelectuales de varias nacionalidades.
Uno de los más activos exiliados bolivianos, el escritor Gustavo Navarro, más conocido como Tristan Maroff, residía en esa ciudad, donde promovía Oposición a la guerra. También se encontraba exiliado en Argentina Alipio Valencia Vega, gran detractor del presidente boliviano Daniel Salamanca, a quien definía como espécimen típico de la demagogia mestiza.
Este comité pacifista se apresuró en elaborar un manifiesto que prácticamente constituía un estudio pormenorizado del contexto de guerra y un análisis de la política internacional americana de entonces.
En su análisis, la del Chaco pertenecía al tipo de guerras que se libran entre potencias poderosas en espacios lejanos a sus fronteras, y se convierten como un instrumento necesario para evitar un choque aún mayor y más terrible.
En el mismo documento se concluía que Sudamérica se encontraba sujeta a voluntades externas a la región y se sostenía que la contienda entre países americanos representaba en el fondo, la pugna de las grandes potencias capitalistas del momento, como Estados Unidos e Inglaterra.
Tomado conocimiento de estas verdades, la prensa tenía la obligación de que se comprenda el verdadero trasfondo de esa política y de las misiones diplomáticas.
Uno de los pensadores que integraba el movimiento pacifista era el mismo redactor del manifiesto en pro de la autonomía universitaria de Córdoba en 1918, Desiderio Roca.
Los intelectuales aglutinados alrededor de la revista Claridad de Buenos Aires, estaban convencidos que paraguayos y bolivianos peleaban por un territorio que no les pertenecía. También resaltan que en una guerra entre dos países insolventes, carentes de industrias para fabricar armas, una victoria militar era equivalente a una derrota.
Dos países se enfrentaban en una guerra imposible de acabar, porque los compromisos financieros obligaban a seguir combatiendo. Trasladando estas circunstancias al presente, es fácil comprender guerras periféricas que surgen solo para evitar enfrentamientos entre los verdaderos enemigos. LAW
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