En la maravillosa diversidad que nos constituye, hemos de añadir el conglomerado de los sentires y actuaciones de los humanos. Si esto nos provoca algún incordio por desaveniencias, convendremos en su oportunidad; quién sabe a dónde nos conduciría el aburrimiento con su aplanamiento progresivo. En este sentido, los sucesivos contrastes se postulan como el SALERO de la existencia, con la sorpresa siempre al acecho y la sospecha inquieta en cada esquina. Comprobamos a diario la ambivalencia de cuanto detectamos, según el observador y las consecuencias derivadas. La sabiduría para buscarle los mejores aspectos a cada situación, será cuestión de cada protagonista, sometido a la paradoja ineludible de estar a la vez solitario y acompañado.
Entre tantos cruces contradictorios, solemos encontrarnos muy enredados. Pensamos en las vías cibernéticas actuales, aunque ni son las únicas, ni siquiera las de características más agresivas. Actuamos como verdaderos genios para liar la madeja de las relaciones, con motivos reales o inventándolos donde no existían. Creamos verdaderos monstruos que no se corresponden con el nivel de inteligencia comúnmente aceptado; importa menos el sector de esa creación, conceptual, literario, técnico, comunitario e incluso personal. Esa supuesta sapiencia realza la escasa destreza para el logro de una buena discriminación a la hora de pergeñar los proyectos. Esa DISTORSIÓN de los saberes y matices prácticos nos pone en evidencia.
Superamos con creces la idea del laberinto y sus angustias. Los trazados colectivos e individuales no se ciñen a determinados recorridos bien delimitados. Son interminables las conexiones subyacentes que rozan el carácter de indetectables. Cada sujeto inicia sus andanzas en una espiral sin finales concretos, si exceptuamos su evidente desaparición. Entre tanta discordancia, resurgen las frases de Noel Coward, al haber apreciado demasiado de las cosas sobre las que hubiera sido mejor no saber nada. En nuestras andanzas entre el cúmulo de señales circundantes, nos alcanza la intuición frustrante, la promoción de los sucesivos conocimientos nos aporta DISTRACCIONES perjudiciales, perdemos el rumbo del aprendizaje.
La Naturaleza, con sus componentes en plena actividad, es un buen campo de exploración para quienes disponemos de escasos puntos de apoyo. Las perspectivas individuales encuentran un cierto paralelismo entrañable con la secuencia de los hechos naturales. Hemos hechos acopio de una serie de valoraciones a lo largo de la historia, que no consiguen sacarnos del atolladero. Las incógnitas y desafueros sobrevuelan sobre cualquier avance aparente. No quedan escapatorias, hemos de acostumbrarnos a deambular acompañados de la INQUIETUD permanente, anotando los pequeños detalles interesantes entre las contradicciones imperantes. Algo así, como asentarnos en los pequeños oasis del momento.
Abundan las fuentes informativas desde los ámbitos más insospechados, la física, la biología, la ciencia en general y desde el amplio mundo de las reflexiones en sus diversas orientaciones. Enseguida brotan las controversias ávidas por encontrar la ligazón que las armonice. No se trata de obtener conclusiones, los objetivos son más limitados y pueden apreciarse de diversas maneras. Veamos algunos:
Vasta hojarasca Ocupa el panorama. Caen gotas fiables.
Bregamos a diario en unos entornos donde las venturas se hacen de rogar, y cuando aparecen, suelen durar poco. Las desventuras se ofrecen a granel con abundancia de variedades. Por consiguiente, cobra prestancia el esmero requerido para el reconocimiento del goteo de aportaciones fiables, evitarles los obstáculos y propiciar aquellos acompañamientos favorecedores de dichas presencias. Si nos entretenemos con la hojarasca, dificultamos las vivencias venturosas.
Miras lo que ves Con aire placentero. Lo que ves, no es.
Suele pasar, a fuerza de mirar, vemos fantasmas in apercibirnos de ello. El reflejo de nuestros alientos sobre las cosas es una realidad exclusiva y particular. Es relativamente frecuente el desliz por divagaciones de poco fuste. La frustración nos acomete después, cuando el topetazo con el exterior o el reconcomio por los adentros, nos muestra flotando en esferas imaginarias. Hay que andar con tiento en esta cuestión, origina afectos y desafectos importantes, no pocas veces irreversibles.
Calma en el bosque Cuando cruje la rama. El ciervo escapa
La placidez en un momento dado, no siempre es lo que aparenta; es cuestión también de sensibilidades, de experiencias previas, de ignorancias y de las cualidades particulares. El bosque trabaja en silencio, el montañero recorre los senderos y el ciervo inocente se alarma, intuye los peligros. El enredo cuántico ya se anuncia en este cruce de perspectivas. También se intuyen las artes implicadas en las presencias respectivas. Las líneas rectas se tuercen y los laberintos multiplican sus salidas.
Materia oscura Y espíritus complejos. Axiones libres
Sin duda, pretendemos saber demasiado. Y eso parece encomiable, siempre que no falte ese conocimiento de los límites, con la franqueza y la humildad necesarias. Entre materia y energía, del Universo apenas logramos la detección de un modesto 5 %, según los más preclaros investigadores. ¿Qué significa ese hueco que contiene ese 95 %? Su comprensión, ni se acerca a las intuiciones, ni se avizora su rastro; constituye un reflejo fiel de la entidad humana.
En lo referente al espíritu, los detalles biológicos y la psicología, apenas enlazan con la propia existencia. Ni bosones ni neutrinos entablan relaciones explicativas con ideas o quimeras. Incluso los axiones novedosos en torno al asunto de la materia oscura, no indican nada significativo sobre las estratagemas del cerebro. Los descubrimientos son impresionantes; ahora bien, las conclusiones se acercan a esa idea de materiales indetectables.
Es decir, nos enfrentamos a dos amplios sectores vitales. El campo de lo intangible, susceptible de incursiones y proyecciones, pero tan distante como ajeno a las demostraciones. Y el campo que no dejaré de nombrarlo como comunitario, sin exclusiones vanas; es donde la aplicación de las mejores artes humanas ha de efectuarse, con los horizontes en perspectiva, pero sin perder el tino.
Si el camino es de por sí arduo y proliferan las complicaciones, no consigo explicarme la escasa tendencia a las colaboraciones.
|